Un mote para Nico
Imagino que lo ideal es que un mote surja de forma natural, sin forzarlo, como el debate sobre si Oier debe sentar a Diego L¨®pez. Lo digo por experiencia personal. El a?o de Rubi, aquel en el que el Espanyol bail¨® al son de Melendo, incorpor¨¦ la palabra ¡®refracci¨®n¡¯ a mi vocabulario. Y un d¨ªa, crey¨¦ndome inspirado y original, quise apodar al canterano: lo llam¨¦ ¡®El Duende de la refracci¨®n¡¯ por su capacidad para cambiar de direcci¨®n y velocidad el ritmo de una jugada en mil¨¦simas de segundo. Lo dej¨¦ escrito. Luego nos clasificamos para Europa y euf¨®ricos un compa?ero y yo nos colamos donde los jugadores estaban celebr¨¢ndolo. A altas horas de la madrugada me top¨¦ con Melendo y le quise explicar su apodo. Fue entonces, y solo entonces, cuando me di cuenta de lo rebuscado del mote. La conversaci¨®n fue un esperpento, por supuesto. Hu¨ª avergonzado. Y desde aquel d¨ªa Melendo no ha vuelto a refractar.
Esto dice muy poco de mi ingenio. Igual que dice poco del ingenio de los aficionados y periodistas pericos que Nico Melamed todav¨ªa no tenga un buen mote. Es la perla m¨¢s brillante pulida en Sant Adri¨¤ de los ¨²ltimos tiempos y a¨²n estamos con que si Nico o Melamed. El jugador merece un apodo a la altura de lo que puede alcanzar. No uno altisonante, pero s¨ª potente, con tanta personalidad como la suya. Adem¨¢s es de padres argentinos, y eso a?ade cierta presi¨®n y responsabilidad porque nadie como los argentinos para apodar a futbolistas.

M¨¢s all¨¢ del ¡®Murri¡¯ Tamudo que qued¨® gracias a la narraci¨®n de Eudald Serra en la final de Copa del 2000, a pocos canteranos les ha acompa?ado un buen apodo. Cuando Gerard Moreno volvi¨® fue f¨¢cil. Deb¨ªa ser el heredero de Tamudo y as¨ª se le llam¨®: ¡®El Heredero¡¯. Todo esto me hace pensar que quiz¨¢ el entorno blanquiazul es m¨¢s creativo en el insulto que en el halago. Sergio Garc¨ªa fich¨® por el Espanyol con un mo?o antiest¨¦tico y algo pasado de peso y ah¨ª se le qued¨® ¡®Falete¡¯. Con el tiempo pas¨® de ser un exabrupto a un canto coral y habitual en las gradas de Cornell¨¤. Ahora tocar¨¢ esperar a que Melamed siga forjando su propia historia y quiz¨¢ con el tiempo encontremos el zapato para nuestra Cenicienta.