Modric, por amor de Dios
Como ese mendigo del que hablaba Eduardo Galeano, que iba por los estadios, sombrero en mano, suplicando una linda jugadita por amor de Dios, imploro un a?o m¨¢s para Modric.
Antes incluso de que el Real Madrid comenzara su partido del S¨¢nchez Pizju¨¢n, ya tuve la necesidad de abrir esta ventana para rogar, para implorar. Al club, en concreto. Es costumbre en la televisi¨®n oficial que en las previas de los encuentros recuperen v¨ªdeos de temporadas anteriores para ensalzar el trabajo y las estad¨ªsticas de alg¨²n jugador. Este s¨¢bado le toc¨® a Benzema. Los compa?eros de Real Madrid TV loaron con su habitual vehemencia las actuaciones del franc¨¦s contra el Sevilla. Sus nueve goles en 19 encuentros... En la mayor¨ªa de las im¨¢genes, junto a ¨¦l, en el plano, aparec¨ªa Cristiano. Levantando la mano, tirando desmarques a la espalda de la defensa, esprintando, inoculando ardor al equipo y celebrando. Y ah¨ª estaba yo, delante del televisor, con la misma mirada nost¨¢lgica que se te pone cuando piensas en el pan con chocolate. Por eso, aqu¨ª va una solicitud formal a la entidad y, en particular, a los responsables del canal oficial: por motivos de salud les pido que eviten proyectar im¨¢genes de partidos entre 2009 y 2018. Cada vez que veo a Cristiano marcar goles con la camiseta blanca, a continuaci¨®n percibo una clara reducci¨®n de densidad capilar. Me quita a?os de vida. Porque luego se acaban los v¨ªdeos y el presente abofetea: este Madrid no tiene gol, marcar se ha convertido en un parto con ces¨¢rea. Volvi¨® a ser evidente en Sevilla.
Dijo Zidane tras el triunfo en San Siro contra el Inter que cuando el equipo se tiene que poner, se pone. El Pizju¨¢n era uno de esos escenarios y los jugadores trabajaron, se comprometieron, se juntaron, se ayudaron y ganaron¡ porque el bal¨®n de Vinicius se lo meti¨® Bono en su propia porter¨ªa. Una cosa es ponerse, remangarse y pintar un buen juego, y otra rematar la obra. Ese es el trastorno del Madrid y no es mal de un d¨ªa, sino que le aflige desde hace dos a?os, desde que Cristiano hiciese las maletas y en ella empaquetara los goles. Perdonen, soy consciente de que leen este diagn¨®stico con cierta regularidad, pero si acudes al m¨¦dico y luego no aplicas el tratamiento, la enfermedad se agrava. Los recursos del equipo son los que son y las angustias arriba son manifiestas. No descarto que un d¨ªa Zidane, en pleno partido, se vuelva hacia Bettoni, asienta, mire al palco y eche mano de Butrague?o para que meta en la porter¨ªa rival los balones que desv¨ªa delante de los micr¨®fonos. De ah¨ª que un servidor sufra viendo en la pantalla a Cristiano como arma blanca, rememorando ese pasado plet¨®rico delante de un espejo que saca todos los defectos.
Pero acab¨® el partido de Sevilla y la incredulidad era m¨¢s fuerte que esa melancol¨ªa goleadora. En este punto adjunto mi segunda petici¨®n al club. Como ese mendigo del que hablaba Eduardo Galeano, que iba por el mundo y los estadios, sombrero en mano, suplicando una linda jugadita por amor de Dios, quien esto escribe implora un a?o m¨¢s para Modric. Acaba contrato en junio y todav¨ªa hay quien se resiste a renovarle. Al menos, un a?ito m¨¢s por amor de Dios. No s¨®lo porque el croata, a sus 35 a?os, se muestra m¨¢s en¨¦rgico que muchos de sus veintea?eros colegas de vestuario a pesar de acumular m¨¢s kil¨®metros que ellos. No s¨®lo porque sigue sacando la pelota con la delicadeza de siempre. No s¨®lo porque corta y confecciona como nadie en este Madrid. No s¨®lo porque es igual de diferencial en la est¨¦tica que en la estad¨ªstica. Sino tambi¨¦n porque es el jugador que mejor representa los valores de un f¨²tbol cada vez m¨¢s ruidoso y tribunero. Luka se comporta en el c¨¦sped como vive fuera de ¨¦l: sin estridencias ni populismos, con una honestidad y un compromiso para ponerse al servicio del resto que le engrandece. Es un crack vestido de hombre de calle, sencillo, y no hay nada m¨¢s complicado que eso. Un a?ito m¨¢s, por amor de Dios. Yo no soy Soldado de Modric, soy Mendigo de Modric. Porque no deseo verme el pr¨®ximo a?o delante del televisor, repasando v¨ªdeos de sus pases con el exterior y a?or¨¢ndole como a Cristiano o al pan con chocolate.