La filosof¨ªa del agarr¨®n
Un antiguo principio filos¨®fico se?ala que todo lo que sucede, sucede por algo. Por tanto, todas las acciones humanas se deben a alguna raz¨®n. Sobre todo, aquellas que entra?an un riesgo. Eso explica las inversiones econ¨®micas. Una persona invierte 200.000 euros en montar un restaurante, pongamos por caso, porque espera recuperar poco a poco esa cantidad y obtener r¨¦ditos despu¨¦s. Nadie monta un bar para cerrarlo voluntariamente al d¨ªa siguiente de la inauguraci¨®n.
Sin embargo, estas m¨¢ximas del pensamiento humano m¨¢s sabio se quiebran cuando uno llega al f¨²tbol.
En el f¨²tbol, parece ser que hay cosas que suceden por nada. Por ejemplo, los agarrones. Si uno agarra a un ladr¨®n en la calle, lo hace para que no huya, o al menos para retrasar su carrera. Si uno agarra al familiar que se ha subido a una escalera para cambiar una bombilla, lo hace porque as¨ª no se caer¨¢. Pero si un defensa agarra a un delantero ante un centro bombeado, no le mueve motivo alguno.
Eso se desprende de algunas interpretaciones relacionadas con el penalti a Sergio Ramos en el Barcelona-Real Madrid de este s¨¢bado. Resulta que hay agarrones que se hacen por hacer, sin intenci¨®n ni resultado. De ese modo, el defensa (en este caso Lenglet) tiene el cuidado de agarrar suavemente para que as¨ª su agarr¨®n carezca de efectos y de sentido.
La pregunta salta por s¨ª sola. ?Alguien agarra a otro para que esa acci¨®n no sirva de nada? ?Para qu¨¦ agarrar si, seg¨²n dicen luego, eso no afecta al atacante?
Todas las acciones que entra?an un riesgo buscan un beneficio proporcional a las p¨¦rdidas hipot¨¦ticas que esa actuaci¨®n inicial representa. Si invierto en una tienda de muebles, arriesgo un buen capital, pero conf¨ªo en un beneficio superior. Y si un defensa agarra a un delantero, arriesga que le piten penalti pero atisba una rentabilidad: el atacante ve alterado su natural desenvolvimiento y debe preocuparse por un factor adicional ajeno al bal¨®n que le llega por el aire. La alteraci¨®n y la desconcentraci¨®n son inmediatas y reales; la sanci¨®n, solamente posible. De hecho, algunos se libran.
Las acciones humanas tienden a la econom¨ªa de esfuerzos, y todo lo que hacemos adquiere un sentido y se debe a un porqu¨¦. Si los agarrones en el ¨¢rea no sirvieran de nada, ning¨²n defensa los practicar¨ªa.
Anejos:
"El penalti cambi¨® el partido". ?Acaso el Bar?a estaba obligado a atacar con el 1-2 pero no con el 1-1 porque se conformaba con el empate? ?Acaso no estaba atacando ya el Madrid con el 1-1 hasta el punto de haber convertido al portero azulgrana en el mejor de su equipo?
"Es jugada interpretable", "es jugada de ¨¢rbitro". Pues eso: el ¨¢rbitro la interpret¨®. No la interpret¨® el VAR, sino ¨¦l. El ¨¢rbitro pod¨ªa haber pitado penalti enseguida, pero no lo vio. El VAR le avis¨® para que observara el v¨ªdeo (como tantas veces sucede) y lo interpretara por s¨ª mismo. Y eso es lo que sucedi¨®. No lo pit¨® el VAR, lo pit¨® Munuera. Pod¨ªa haberlo se?alado a la primera, pero lo hizo a la segunda. Eso no cambia el agarr¨®n.
"Ya no se pitan penaltis por agarrones". Esto puede deberse a dos razones: a que ya apenas haya agarrones porque los jugadores saben que las c¨¢maras no se pierden detalle¡ o a que algunos ¨¢rbitros consideren que en el f¨²tbol, a diferencia de lo que ocurre en los dem¨¢s ¨¢mbitos de la vida, hay cosas que suceden por nada. Quiz¨¢s se est¨¦ abriendo paso un nuevo pensamiento filos¨®fico.