El mal ejemplo de Usain Bolt
Casualmente estaba viendo el documental sobre su vida, I am Bolt, cuando salt¨® la noticia de su positivo por coronavirus. Antes de la confirmaci¨®n, mientras se encadenaban las im¨¢genes de sus gestas atl¨¦ticas, me dec¨ªa que nunca me hab¨ªa emocionado tanto con un deportista no espa?ol como con Usain Bolt. A pesar de su mala cabeza. O quiz¨¢ tambi¨¦n por eso. Usain par¨® el mundo durante un decenio con sus zancadas gal¨¢cticas. Combinaba sus haza?as con el buen humor. Nos trasportaba a otra dimensi¨®n del deporte y nos hac¨ªa sonre¨ªr. El reportaje ratifica que nunca abandon¨® su talante guas¨®n, el ardor caribe?o, ni siquiera durante la preparaci¨®n m¨¢s dura. Se entrenaba y festejaba. Su alma bullanguera tambi¨¦n le trajo problemas, como esa lesi¨®n de tobillo durante una juerga que retras¨® su camino a R¨ªo 2016. A Bolt se le quer¨ªa porque hac¨ªa cosas sobrehumanas, pero tambi¨¦n por su sonrisa. Y cuando m¨¢s le quisimos fue cuando dejamos de verle invencible, cuando Justin Gatlin, el malvado, amenaz¨® al h¨¦roe en 2015 y 2016. Usain era un chalado maravilloso.
Ese car¨¢cter parrandero tiene su gracia mientras no afecta a segundas personas y no pone en peligro al pr¨®jimo. Es lo mismo que ocurri¨® con Novak Djokovic, otro deportista extrovertido y bullicioso, que propag¨® el virus y lo sufri¨® en sus propias carnes por su actitud imprudente durante el Adria Tour. En el caso de Bolt ni siquiera fue en un evento deportivo, sino en la fiesta de su 34 cumplea?os, en la que se vulneraron todas las medidas de prevenci¨®n, hasta el punto de que la polic¨ªa de Jamaica ha abierto una investigaci¨®n. Ir¨®nicamente, Bolt colg¨® en abril una foto suya de Pek¨ªn 2008 con la leyenda: Social distancing. Un distanciamiento que no se cumpli¨® en una verbena en la que participaron otros deportistas como el futbolista Raheem Sterling. Un mal ejemplo.