La gloria de Julen Lopetegui
En el nombre de Agerre II. Julen clav¨® sus rodillas con los brazos en alto y dej¨® embargarse por la alegr¨ªa y llor¨® de alegr¨ªa. Esas l¨¢grimas que tanto derram¨® y que le rompi¨® el alma ver en la cara de los suyos al volver de Rusia, se tornaron en la felicidad de lo que es, un enorme entrenador que no merec¨ªa tan injusto escarnio, un relato tan mentiroso. Despu¨¦s de un a?o dif¨ªcil, tremendo en lo emocional, Julen volvi¨® a ser feliz en el Sevilla. Seguro que Agerre II, su padre, querr¨¢ fumarse un puro para festejarlo. Habr¨¢ que dejarlo. Se lo merec¨ªa Navas, en su tercera juventud, el ¨²ltimo tango de Banega, las apuestas por el milagroso Bono y por De Jong en el d¨ªa m¨¢s se?alado. El Sevilla de Monchi tiene un se?or entrenador.
Quien supiera sufrir como el Sevilla. Contra el United hizo un m¨¢ster de resiliencia, se agarr¨® a la actuaci¨®n imperial de Bono. Ante el Inter mezcl¨® al tremendo sufrimiento de verse cerca del t¨ªtulo con estar f¨ªsicamente bordeando todos los l¨ªmites en los jugadores m¨¢s importantes del equipo. A todos se sobrepuso. Roma, Wolves, Manchester United e Inter es un camino de gloria majestuoso para ganar tu competici¨®n fetiche. En un a?o excepcional, un t¨ªtulo no menos excepcional.
Dos equipazos para una gran final. Un primer tiempo espectacular, de poder a poder, una monta?a rusa, con dos equipos capaces de levantarse con grandeza de los golpes m¨¢s duros. En el descanso tuvo que haber correcci¨®n de los t¨¦cnicos, descontentos con la cantidad de ocasiones concedidas. Lukaku perdon¨® el 3-2 e hizo buena la chilena de Diego Carlos, los detalles que marcan una final y que cambian la pel¨ªcula para la sexta gloria del sevillismo.
Messi no puede irse as¨ª. Imposible no dedicarle una reflexi¨®n a su posible marcha. El funambulismo es un p¨¦simo ejercicio cuando hablamos del futuro del mejor futbolista de la historia. La ¨²ltima imagen de Messi no puede ser la del capit¨¢n roto en el descanso de un partido, ni la de la estrella ca¨ªda tras la derrota m¨¢s estrepitosa de la historia barcelonista. Bartomeu tiene fecha de caducidad. Su legado ser¨¢ el de un p¨¦simo presidente. El de Messi, pase lo que pase, ser¨¢ el del futbolista superlativo que cambi¨® para siempre la historia del Bar?a. Dejar marchar al argentino no garantiza una mejora deportiva, pero s¨ª un agujero definitivo al plan de negocio. Si se va, perder¨¢ Messi, perder¨¢ el Bar?a y perder¨¢ LaLiga, un socav¨®n de dimensiones estratosf¨¦ricas.