Esos amores de verano
Siempre que un futbolista ficha por un equipo, enseguida siente la necesidad de congraciarse por la v¨ªa r¨¢pida con su nueva afici¨®n. En la presentaci¨®n se besa el escudo, lanza balones a los ni?os cual pol¨ªtico en campa?a y, si tiene un pasado en las filas de un rival hist¨®rico, reniega de esa otra vida, confesando para sorpresa de nadie que ¨¦l era hincha desde peque?o de su nuevo equipo. Por la peana se adora al santo. Huele a desesperaci¨®n. "Por favor, queredme". Pero ni la nueva afici¨®n se lo cree, ni la anterior olvida semejante afrenta. Que se lo digan a Alfonso P¨¦rez Mu?oz. Cuando fich¨® por el Bar?a dijo que ¨¦l hab¨ªa sido blaugrana desde ni?o. Los madridistas no se lo perdonan, los del Bar?a ni se acuerdan de su paso y en Getafe quieren cambiar el nombre a su estadio.
Ahora el Bar?a ha cambiado a Arthur por Pjanic, movimiento m¨¢s propio de una reestructuraci¨®n financiera que de una planificaci¨®n deportiva. El bosnio, centrocampista elegante y con buen gusto, es, en buena l¨®gica, madridista y zidanista declarado. O eso dicen que dijo, por lo visto. Para algunos puristas ahora tendr¨ªa que ser reeducado en La Mas¨ªa, revisionando partidos hist¨®ricos del Bar?a mientras se le aplica una terapia de electroshock hasta decir que el sol cada d¨ªa sale para ver jugar a Messi. Solo as¨ª puede entenderse que haya enfados entre la parroquia blaugrana con su segundo entrenador, Eder Sarabia, por un tuit de 2015 en el que elogiaba a Cristiano Ronaldo, afirmando que era "el mejor goleador" (cuando adem¨¢s todos sabemos lo que eso realmente quiere decir).
Morata, por ejemplo, tambi¨¦n confesaba hace poco que era del Atleti desde ni?o y que tuvo la desgracia de jugar en el Calder¨®n con otras camisetas. Es tentador intentar ganar delante del micro lo que todav¨ªa uno no ha conquistado sobre el verde. Como madridista, me encanta que mis jugadores tengan un pasado en cualquier equipo rival. Cuanto m¨¢s reciente y sentido, mejor. Refuerza esa sensaci¨®n de equipo del lado oscuro. Siempre muy a favor de que el perro de Isco se llamara Messi, o de que salgan a la luz fotos de la infancia luciendo la camiseta del eterno rival, o de tuits incendiarios de juventud y declaraciones jurando y perjurando que jam¨¢s jugar¨ªan en el Madrid para, a?os despu¨¦s, verles de blanco impoluto. Como dec¨ªa Gistau: no es el amor, sino el odio no correspondido lo que provoca mayor despecho.