Buen viaje, Lord
Hoy mi despertar no ha sido agradable. Temprano llegaba la noticia que nunca hubi¨¦ramos querido contar, el fallecimiento de Michael Robinson. Lleg¨® a Osasuna en 1987. El club atravesaba una situaci¨®n complicada y se esperaba de ¨¦l que ayudara al equipo a lograr la permanencia, como as¨ª fue. El ingl¨¦s se adapt¨® r¨¢pidamente a la disciplina rojilla y con sus goles, sus ganas, su lucha y su entrega, se gan¨® el cari?o de la afici¨®n rojilla. Yo por aquel entonces era una cr¨ªa pero mi padre, que con Robin vivi¨® numerosas an¨¦cdotas, ya se encargaba de empaparme de osasunismo. Jam¨¢s hubiera imaginado que a?os despu¨¦s ser¨ªa yo la que compartir¨ªa micr¨®fonos con el ingl¨¦s, en Carrusel Deportivo.
Coincidimos varias veces en El Sadar. Michael, siempre amable, siempre cari?oso y pregunt¨¢ndome por mi padre. Cuando me enter¨¦ de que el c¨¢ncer hab¨ªa hecho acto de presencia en su vida, algo que cont¨® con valent¨ªa, lo que me consta no es f¨¢cil, le envi¨¦ un mensaje. En ¨¦l ven¨ªa a decirle que luchara con todas sus fuerzas, que sacara esa garra que tantas veces mostr¨® en El Sadar. Me hubiera encantado que el gol de su vida se lo hubiera marcado al c¨¢ncer. Me respondiste a aquel mensaje d¨¢ndome las gracias y dici¨¦ndome que estabas bien y dispuesto a pelear, lo que hiciste hasta el final. Me mandaste un abrazo y otro para mi padre. Ahora se lo podr¨¢s dar t¨². Si no es mucho pedir, dale otro de mi parte.
Buen viaje, Lord.