Hojas de hierba
La grandeza del f¨²tbol reside en que es un juego que necesita muy poco para ser practicado. No requiere pr¨¢cticamente medios materiales y las reglas se pueden adaptar f¨¢cilmente a las posibilidades de cada momento. Si pienso en mi experiencia, me doy cuenta de que he jugado miles de partidos de f¨²tbol en mi vida y muy pocos han sido once contra once a dos porter¨ªas. En algunos ¨¦ramos jugadores impares; en otros, dos ej¨¦rcitos formados por decenas de ni?os. A veces jug¨¢bamos en un descampado, con jers¨¦is como postes y un larguero imaginado; otras, en un campo de futbito en el que, adem¨¢s del nuestro, se disputaban otros tres partidos simult¨¢neos, con sendos balones (los porteros aqu¨ª se turnaban en la porter¨ªa o se echaban, qu¨¦ propio del gremio, una mano entre ellos). En ocasiones ten¨ªamos pelota. Pero cuando no la hab¨ªa, una lata de cerveza, una piedra o una bola de papel hac¨ªan sus veces..
Estos d¨ªas de confinamiento el ¨²nico f¨²tbol que veo es el de mis hijos en el pasillo, con el flamante bal¨®n de lana que les hizo su querida amama Arantza. Observ¨¢ndoles, imagino los millones de emocionantes encuentros que se estar¨¢n disputando ahora mismo en tantas casas del mundo. Y me digo que el f¨²tbol es como las briznas de hierba que crecen en las grietas del asfalto. Sobrevive incluso en las peores condiciones.. Tambi¨¦n recreamos el espect¨¢culo, no solo el juego. En casa disputamos terribles derbis paterno-filiales con el FIFA (no me atrevo a empezar una partida de Football Manager en la soledad de la noche porque terminar¨ªa con mi carrera literaria). Hemos dibujado campos con esquemas 4-4-2, pintado cromos, rele¨ªdo nuestros cuentos de f¨²tbol favoritos. Recuerdo que de chaval organizaba con papel y bol¨ªgrafo ligas imaginadas cuyos resultados los dirim¨ªan los dados. Sue?o con que alg¨²n ni?o siga haci¨¦ndolo, ahora mismo, en su cuarto.
Vuelvo a la imagen de las briznas de hierba y convoco a Walt Whitman. Cada partido jugado hoy en confinamiento con pelotas de papel, cada encuentro de f¨²tbol chapas o Subbuteo o la Playstation, cada dibujo con los colores amados, cada uno de esos momentos es milagro suficiente para hacer dudar a trillones de infieles. No hay virus que termine con esta pasi¨®n que volver¨¢ a brotar, ojal¨¢ pronto, como la naturaleza desbocada.