Cuando era ni?o mi madre se sentaba cada noche al pie de mi cama para rezar juntos. Tras un padrenuestro, ped¨ªamos a Dios por los marginados, porque no hubiera m¨¢s guerras, que nuestros seres queridos fueran felices y tuvieran salud. Aquel ejercicio de meditaci¨®n me sirvi¨® para aprender a diferenciar lo importante de lo fundamental. Mam¨¢ me ense?¨® que pod¨ªa rogar porque nadie pasara hambre, pero no porque Menganita se enamorara de m¨ª o que el Athletic venciera a la Real en el derbi del domingo. Aunque me considero agn¨®stico, nunca he dejado de rezar por las noches. A veces me quedo dormido a mitad de rezo, es cierto. Otras, recito el padrenuestro como la lista de los reyes godos: r¨¢pido, sin inter¨¦s y de memoria. Sin embargo, estas semanas mis oraciones se han vuelto m¨¢s intensas. Necesito tener fe. Cuando llega la noche, cuido porque cada palabra en mi plegaria sea pronunciada como sagrada. Despu¨¦s, ruego porque la pandemia pase pronto, por las personas fallecidas y sus familiares, por mis seres queridos, por la gente que ha perdido su trabajo.
El otro d¨ªa comentaba a un buen amigo que los primeros d¨ªas de la crisis me torturaba pensando en la inutilidad social de mi labor como escritor. Ojal¨¢ fuera enfermero o m¨¦dico para poder ayudar, me dec¨ªa. Pero con el paso de los d¨ªas y el confinamiento, me he reconciliado con el gremio. Quiz¨¢ la cultura no sea necesaria en momentos de vida o muerte, pero es fundamental todo el resto del tiempo, incluido, por ejemplo, el confinamiento. Creo que con el f¨²tbol sucede lo mismo. Para el hincha, su equipo es tan importante como las ficciones que ahora nos permiten huir a ratos de la realidad opresiva y del encierro, viajar a la Isla del Tesoro con los ni?os frente a un libro o a Invernalia por la noche ante el televisor. Qu¨¦ ser¨ªa de nosotros sin esos momentos, hoy o dentro de unos meses.
En las conversaciones por tel¨¦fono con mis amigos, todos coincidimos en lo mucho que echamos de menos al Athletic en nuestro d¨ªa a d¨ªa. Nos falta algo muy importante. Algo que nos une: un tema de conversaci¨®n, una sensaci¨®n de comunidad, un sue?o compartido. No creo que los futbolistas sean h¨¦roes como lo son los sanitarios. No luchan contra la muerte. No salvan vidas. Pero s¨ª creo que su labor hace nuestro d¨ªa a d¨ªa un poquito mejor. Al menos, los de mi equipo. A ellos debo muchas alegr¨ªas.