Un mensaje inequ赤voco
En AS solemos decir que el f迆tbol y otros deportes son lo m芍s importante de las cosas sin importancia. Sin embargo, hoy nos sentimos importantes sin matices. El coronavirus ha querido que menos de 24 horas despu谷s de la maravilla vivida en Anfield el aficionado reciba un golpe in谷dito, casi surrealista: la suspensi車n de LaLiga y de la Champions, y el seguro aplazamiento de la Eurocopa de Naciones. El f迆tbol se suma a otras muchas disciplinas globales 〞baloncesto, ciclismo, tenis, motociclismo... 〞 obligadas a parar de forma brutal v赤ctimas de la pandemia. Asistimos, pues, a un desastre colosal para una industria, la del deporte, que mueve miles de millones y que no puede entenderse sin su enraizamiento con la cultura, los sentimientos y el ADN de los pueblos. Es decir, una actividad de incomparable influencia en el comportamiento de la gente.
Cierre, suspensi車n o aplazamiento son palabras feas, cargadas de malas vibraciones. Pero, pese al tremendo da?o que traen, no cabe otra decisi車n. Primero, porque los deportistas, pese a su aura de divinidad, son personas. Tambi谷n, porque su magnetismo y poder de convocatoria son, ahora, un factor de riesgo. Finalmente, porque mantener las competiciones, incluso a puerta cerrada, habr赤a mandado un mensaje equivocado a la poblaci車n, la sensaci車n de que el virus no es tan peligroso, que es una gripe normal y sus consecuencias, llevaderas.
Suspender la competici車n transmite, por el contrario, el mensaje adecuado: no es una gripe normal, la lucha contra la infecci車n debe ser solidaria y cuanto antes se tomen medidas similares all赤 donde avance el COVID-19, mejor. Los dirigentes no pueden subestimar la necesidad de alertar, e incluso alarmar, a la poblaci車n. Todo lo que contribuya a la propagaci車n del virus debe ser frenado. Todo lo que evite que muera gente debe ser aplicado. Y pocas cosas llegan m芍s al coraz車n y el cerebro de las gentes que el deporte.
En un mundo donde el 90% de lo que circula en las redes es un virus llamado bulo, la suspensi車n de tanta competici車n es un mensaje inequ赤voco. Tan claro y rotundo como el lanzado por la canciller Angela Merkel cuando afirm車 que el 70% de los alemanes est芍 amenazado de contagio o como el gesto de su compatriota J邦rgen Klopp al negarse a estrechar las manos de los hinchas del Liverpool. Pocas cosas hicieron m芍s por concienciar sobre el VIH que Magic Johnson.
El mundo globalizado e interconectado afronta, precisamente por estas caracter赤sticas, una pesadilla. El deporte, fen車meno transversal como pocos, no puede quedar al margen. Debe asumir su papel en la construcci車n de una narrativa preventiva y realista. No cabe debate alguno ya sobre esta cuesti車n. Superada la estupefacci車n que produce ver a los 60 millones de italianos confinados en sus hogares o los vuelos entre Europa y EE UU suspendidos, solo cabe sacrificar en el altar de la salud p迆blica y la estabilidad social cualquier otra consideraci車n.
LaLiga estima en 679 millones de euros el impacto que tendr赤a la suspensi車n de las competiciones en Primera y Segunda Divisi車n si se prolonga hasta el final de la temporada. Los clubes de f迆tbol dejar赤an de ingresar 549 millones por los derechos de televisi車n, 88 por los abonos y 41,4 por las taquillas. En otros deportes el da?o ser芍 tambi谷n tremendo. Aunque ese dinero sea solo una peque?a parte de lo que se mueve en nuestro pa赤s, es, sin duda, mucha riqueza perdida, pero no es nada si lo ponemos frente al problema que afrontamos, ese que ning迆n l赤der se atreve a contarnos.
Quienes hacemos AS afrontamos la situaci車n con la misma responsabilidad que el resto de la ciudadan赤a. La crisis nos ha obligado a aprender a trabajar desde casa y a mejorar nuestros procedimientos. Sostener una plataforma digital y un peri車dico con ediciones en Espa?a, Am谷rica Latina, EE UU y el mundo 芍rabe sin competiciones deportivas es un desaf赤o. Nuestra edici車n impresa y las digitales dedicar芍n una cobertura especial a la pandemia como si de un medio generalista se tratara, entre otros cambios. Nuestro compromiso es hacerlo con profesionalidad y honestidad. Cuesta hacerse a la idea de que durante un tiempo no oiremos los gritos de los goles en la redacci車n. Ojal芍 cuando vuelvan sean mucho m芍s atronadores.