El Espanyol de los suicidios
Contin¨²a siendo el suicidio, a estas alturas del siglo XXI, un asunto tab¨² en la sociedad. No as¨ª en el Espanyol, donde cada intento de quitarse voluntariamente la vida se ofrece en p¨²blico, ante estadios repletos, y en directo por televisi¨®n. Sucedi¨® el jueves, en Wolverhampton, cuando alineaba Abelardo a un equipo plagado de suplentes, para arrojar por el sumidero la Europa League. Y se repiti¨®, como tantas veces esta temporada, en Pucela. Se suicid¨® David L¨®pez, ingenuo en una entrada por detr¨¢s cuando sab¨ªa que ya ten¨ªa una amarilla (algo rigurosa). Se suicid¨® Diego L¨®pez, que pudo hacer m¨¢s en el 1-0. Y se inmol¨® el Espanyol entero, al que se le escurre de entre los dedos la permanencia sin remisi¨®n, con la lentitud de quien ve pasar ante s¨ª las im¨¢genes de su vida sin poder evitar el fatal desenlace.
Tan cierto es que aguantaron los pericos el 0-0 casi una hora con uno menos como que, siendo 11 contra 11, no hab¨ªan lanzado a puerta. Hasta el gol de Sandro, y luego el de Guardiola (para m¨¢s inri), se hab¨ªa convertido el encuentro en f¨²tbol americano, con los de Abelardo celebrando cada yarda avanzada, cada bal¨®n parado en un intento bald¨ªo de igualar fuerzas. Tan en vano como el penalti final, nada m¨¢s que la ¨²ltima exhalaci¨®n. De ¨¦pica en ¨¦pica, se asoma el Espanyol al precipicio de la derrota final. La del descenso. A d¨ªa de hoy, lo contrario suena a milagro. A resurrecci¨®n.