El v¨ªdeo Beta, la Fanta de pi?a y el VAR
A estas alturas de la comedia la gente se pregunta para qu¨¦ demonios sirve el VAR. Por suerte aqu¨ª estamos los viejos para ensayar nuestro mejor gesto de condescendencia y explicarle a las nuevas generaciones lo del Betamax y la Fanta de pi?a. Hablemos de ideas derrotadas, de obsolescencia programada. De ocurrencias que aplaudimos hasta abandonar el campo con las manos rojas y ahora cr¨ªan polvo en la ¨²ltima estanter¨ªa del trastero. C¨®mo no voy a entender la aparici¨®n del VAR si enga?¨¦ a mi madre para que me comprara un minidisc como herramienta vital para terminar la carrera de Periodismo. Miro los estantes del Cash Converters y no me cuesta imaginar al VAR en ese bodeg¨®n inconexo de genialidades.
Yo fui un enamorado de primera ola del videoarbitraje. La aparici¨®n del VAR me afect¨® como el punk a los dieciocho a?os, que parec¨ªa que la vida me iba en defender la causa. Apoy¨¦ la justicia venidera en cuanto tuve ocasi¨®n con la fuerza que da la ceguera. Ultras VAR. Por un momento cre¨ª que el sistema iluminar¨ªa las sombras. Que el arbitraje dejar¨ªa de ser un cuadro de Caravaggio. Lo vi como una puntilla segura a las actitudes antideportivas y, en definitiva, atisb¨¦ en esas tres letras tan fecundas para el juego de palabras et¨ªlico la tumba de tradiciones tan arraigadas en nosotros como la trampa y el pataleo. Cualquiera que quiera mantener la llama de la ilusi¨®n en la vida que me tome como ejemplo¡
La segunda temporada del arbitraje con VAR en Espa?a, como la mayor¨ªa de series, como la vida algunos d¨ªas, se me est¨¢ haciendo cuesta arriba. Los guionistas han calzado tantos giros inesperados en la trama que el texto original ya no le conoce ni su padre. Lo del S¨¢nchez-Pizju¨¢n podr¨ªa ser la guinda del pastel, pero esta tarta va a seguir creciendo como un rascacielos absurdo y descontrolado. Nos han tra¨ªdo un f¨²tbol subjetivo, interpretativo, blando como los relojes de Dal¨ª. Buscaban justicia y me est¨¢n aportando la misma sensaci¨®n de seguridad que si los cuatro locos de mi urbanizaci¨®n decidieran constituirse en patrulla ciudadana. Me he bajado del carro del VAR aunque los voceros del r¨¦gimen insistan en re?irme cada semana por ello. Mientras hablan me acerco al trastero, le soplo el polvo al minidisc y pienso en lo bonito que podr¨ªa haber sido todo.