La reconquista de Isco
Imagino a Luis Enrique frot¨¢ndose las manos viendo la exhibici¨®n de Isco en Pamplona, dibujando pases de esos que paran el tiempo para encontrar espacios impensables y, entre los arabescos de su f¨²tbol de autor, marcando el gol que met¨ªa al Madrid en el partido. Puede que aparezca menos de lo que debe pero, cuando aparece, ilumina la escena. La paradoja es que de tanto verle las orejas al lobo su manera de entender el juego ha dado un giro, menos est¨¦tico que el de su tobillo. Isco ha claudicado y ha comprendido que en la caprichosa bolsa del f¨²tbol actual se paga igual un buen sprint para replegar que un ca?o o un sombrero. Sin constancia, el talento se convierte en ef¨ªmero.
Por la cuenta que le tiene, es ahora m¨¢s comprometido, m¨¢s solidario y, como en todos los ¨¢mbitos de la vida, los a?os ense?an a decodificar mejor el juego. Siempre habr¨¢ que agradecerle a Zidane que donde la gran mayor¨ªa ve¨ªa un problema, ¨¦l no solo vio una soluci¨®n, sino la recreaci¨®n del futbolista que nunca se deja de ser. Mucho m¨¢s importante que le brille la frente de sudor es que Isco haya recuperado el brillo de sus ojos. El Bernab¨¦u siempre fue especialmente cari?oso con aquellos que apuran la carrera hacia ese bal¨®n inalcanzable, pero el malague?o a¨²n necesita unas cuantas exhibiciones para recuperar el cari?o de la grada. Pelearse con el mundo, para un seductor como ¨¦l, nunca fue buena idea.