Espejito, espejito
Todo lo que s¨¦ de la moral del hincha se lo debo a mi madre. Hasta hace poco ni siquiera era muy consciente de ello, por eso quiero saldar esa deuda: gracias, mam¨¢, por llevarme al f¨²tbol de ni?o. A jugar mis primeros partidos en madrugones de campo de tierra, como tantas mujeres hoy reflejadas en las soccer moms de las pel¨ªculas de Hollywood, pero, sobre todo, m¨¢s que nada, a ver a nuestro Espanyol los domingos en Sarri¨¤.
Algunas veces, incluso a domicilio. Fue en la tribuna del Camp Nou, en un derbi de Barcelona con invitaciones, donde un d¨ªa sufrimos la ira de un energ¨²meno empe?ado en meter a todos los pericos en una jaula. Y de ah¨ª para arriba en sus insultos. Eran los a?os 80, esas cosas pasaban en todos los estadios, pero aquel se?or del puro marc¨® para siempre al ni?o que fui. Ni el 1-3 del Espanyol aquella jornada de 1982, ni la jeta feliz de Theo Custers al final del partido, me hicieron olvidar los gritos, a los que mi madre respondi¨® revolvi¨¦ndose con educaci¨®n, llam¨¢ndole la atenci¨®n: "?Se ha visto usted? ?No le da verg¨¹enza?". El hombre gru?¨®, pero no volvi¨® a gritar, y no fue s¨®lo por el baile blanquiazul en Can Bar?a.
Hasta hace poco no era com¨²n en Espa?a que una madre acompa?ase a su hijo a la grada: durante d¨¦cadas parec¨ªa una tarea reservada a padres, abuelos, t¨ªos, hermanos mayores, amigos. Hubo excepciones. Y la nuestra ten¨ªa truco. Mi padre era futbolista, pasaba los fines de semana concentrado (?qu¨¦ tiempos! Hoy los equipos viajan el mismo d¨ªa), Cruz y yo nos qued¨¢bamos en casa e ¨ªbamos al campo a verle. Me obstin¨¦ en jugar al bal¨®n imitando a mi padre, pero aprend¨ª a ser un espectador futbolero junto a mi madre. Y ella me ense?¨® que, frente a la ignorancia, la estupidez y la maldad, no cabe la inacci¨®n. Es necesario el reproche y la advertencia p¨²blica, sean de los nuestros o de los suyos, pero m¨¢s a¨²n si son de los nuestros. A estos bellacos que se creen hinchas mientras reparten insultos racistas en el estadio y palizas por las calles, pong¨¢mosles frente al espejo.