El caso Rusia necesita un cierre
La Agencia Mundial Antidopaje extrajo 24 terabytes de informaci¨®n de los ordenadores del Laboratorio de Mosc¨² en el pasado enero, el equivalente a 400.000 horas de m¨²sica. Ten¨ªa que haberla recopilado antes del 31 de diciembre, pero las autoridades rusas se hicieron las remolonas. El clamor internacional fue tan grande ante esta pasividad, que Rusia tuvo que rectificar y permitir el acceso del comit¨¦ independiente de la AMA, que ya por entonces avis¨® de ¡°las graves consecuencias¡± si encontraban alguna manipulaci¨®n de los datos durante ese periodo de dilataci¨®n. Por aquellas fechas, la Agencia hab¨ªa levantado el castigo, con la complicidad del COI, bajo la condici¨®n de que Rusia demostrara la buena voluntad de destapar la verdad. Los dos estamentos consideraban suficiente penitencia que se hubiera quedado parcialmente fuera de los Juegos Ol¨ªmpicos de R¨ªo 2016 y Pyeongchang 2018, despu¨¦s de la publicaci¨®n del demoledor Informe McLaren, que denunciaba que ¡°m¨¢s de 1.000 rusos de 30 deportes¡± se beneficiaron de un sistema de dopaje de Estado.
El caso, sin embargo, ha vuelto a la casilla de salida. El comit¨¦ de revisi¨®n ha detectado datos falsificados en aquellos ordenadores de Mosc¨² y no ha recibido las explicaciones satisfactorias a las 31 preguntas aclaratorias que traslad¨® a la RUSADA, por lo que acaba de proponer una sanci¨®n de cuatro a?os, que dejar¨ªa a Rusia fuera de Tokio 2020 y Pek¨ªn 2022, y sin capacidad de organizar eventos. Advierte, eso s¨ª, que los deportistas que demuestren su inocencia podr¨ªan competir con bandera neutral, lo que ya ocurri¨® en los Juegos de Invierno, o sucede en los Mundiales de Atletismo. La soluci¨®n se conocer¨¢ el 9 de diciembre en Par¨ªs, pero Rusia se teme lo peor. Y quiz¨¢ eso sea lo mejor para cerrar por fin un caso que siempre se ha resuelto a medias y que lleva camino de eternizarse.