Hazard, estrella 'curvy'
Confiesa Hazard en L¡¯Equipe lo que todos ya intu¨ªamos: que el pasado verano estuvo m¨¢s en los restaurantes de Marbella que en el gimnasio. Y qui¨¦n podr¨ªa culparle de nada. Toc¨® la Luna fichando por el Real Madrid, donde le esperaba su ¨ªdolo de ni?o (Zidane) y donde no hab¨ªa alunizado ning¨²n otro gal¨¢ctico desde Bale, pese a que el gal¨¦s habite su propio planeta. En el caso del belga, tiene la clase casi por castigo y le penaliza una fisionom¨ªa que es la que es. Se suele hablar mal de futbolistas de talle bajo, que les huele (perdonen) el culo a c¨¦sped, como a Isco. Pero mejor vivir cerca del pasto que mandando el bal¨®n al cielo, donde Dios no lo quiere, como filosofaba Brian Clough. Y a un futbolista prefiero contarle los regates a las celdillas del abdomen, a?ado yo.
Tampoco hay que dramatizar. La cosa con Eden no llega al extremo de Adriano Emperador, que ment¨ªa como un bellaco ("S¨®lo como ensaladas", afirm¨® en sus d¨ªas de org¨ªas culinarias) o del bigotudo Neville Southall, legendario portero gal¨¦s del Everton de los ochenta que pon¨ªa a prueba su agilidad y la ley de la gravedad de Newton jugando con 20 kilos de m¨¢s. Igual de cierto que a un futbolista moderno se le pide una l¨ªnea apol¨ªnea, no es menor verdad que en la sociedad hay una gordofobia latente y bastante hip¨®crita. Ah¨ª est¨¢ ese reciente y pol¨¦mico titular acusando a Scarlett Johansson, gran actriz y obra de arte de la naturaleza andante, de tener barriga. Cualquiera sin una m¨ªnima tara mental ver¨¢, en esa imagen, una mujer saludable disfrutando en una playa. Si Hazard a¨²n no ha marcado los goles que se esperan de ¨¦l, no es por tener algunos kilos de m¨¢s o no. Ese gol que fall¨® a puerta vac¨ªa en Estambul lo meter¨ªa normalmente incluso a la pata coja y con los ojos vendados.
No dramaticemos, dec¨ªa. Hazard es un futbolista curvy y aunque le cueste coger la forma, el talento no se mide en una b¨¢scula. Hace poco salieron a la luz viejos videos de Maradona entren¨¢ndose en solitario para el Mundial de 1994 y daban agobio. M¨¢s redondo que el bal¨®n y sudoroso como un agosto en Madrid. Pero luego agarraba el cuero y ah¨ª se ve¨ªa el esp¨¦cimen superlativo que fue. La pelota nunca enga?a y Hazard es de los pocos que la trata como los ¨¢ngeles. Y ya se sabe, el Museo del Prado est¨¢ a reventar de pinturas de querubines regordetes. El arte, en la pintura y en el f¨²tbol, no entiende de peso.
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