El veranillo de San Rom¨¢n
El veranillo de San Miguel viene a suceder cada final de septiembre, pongamos que el d¨ªa 29. El 11 de noviembre suele producirse el veranillo de San Mart¨ªn, y cada 10 de noviembre, desde hace cuatro a?os, llega a mi vida el veranillo de San Rom¨¢n. Miguel San Rom¨¢n falleci¨® el 10 de noviembre de 2015. Curiosamente, falleci¨® el mismo d¨ªa que mi padre, pero 50 a?os despu¨¦s.
Miguel era el jefe de los veteranos del Atleti, el amigo del alma de Luis Aragon¨¦s, el t¨ªo m¨¢s simp¨¢tico de cualquier ciudad de cualquier pa¨ªs del mundo, y la voz de cazalla m¨¢s amistosa que jam¨¢s conoc¨ª. El d¨ªa que falleci¨® Miguel San Rom¨¢n llam¨¦ a Javier Matallanas y le dije que hab¨ªa que hacer una canci¨®n urgentemente para el Pechuga San Rom¨¢n, una canci¨®n que se llamara as¨ª, El veranillo de San Rom¨¢n. Te la debo, Miguel, te la debo, Pechuga. No te la he hecho pero te la har¨¦. Siempre recordar¨¦ su voz dici¨¦ndome por tel¨¦fono "Panchito, Panchito..." puede que para pedirme algo pero casi siempre para ofrecerme algo. Le conoc¨ª en aquella ¨¦poca en la que Joaqu¨ªn y yo escrib¨ªamos la canci¨®n del centenario del Atl¨¦tico de Madrid, Motivos de un sentimiento.

Ya en el estudio de grabaci¨®n, de vez en cuando se presentaba mi querido Miguel. Era llegar ¨¦l y partirnos de risa, fuera la circunstancia que fuera. Era amigo de futbolistas, de periodistas, de m¨²sicos... de todo el mundo era amigo. ?l me hizo, sin saberlo, un par de regalos que jam¨¢s olvidar¨¦: el primero fue un viaje a Extremadura en el autocar del equipo de veteranos para verles jugar un partido en alg¨²n campo extreme?o, y para m¨ª fue tocar el cielo el hecho de compartir autob¨²s con Sole Pantic, Quique Ramos, Land¨¢buru o Abel. El segundo regalo fue una comida con Luis Aragon¨¦s, Chus Paredes y otros miembros del equipo de confianza de Aragon¨¦s. En esa comida me explicaba Luis la forma de tirar las faltas, con miguitas de pan, en el mantel del restaurante. Cosas inolvidables que llevo conmigo gracias a San Rom¨¢n. Mi padre me dec¨ªa de peque?o que San Rom¨¢n era el mejor portero del mundo. Cuando yo le contaba esto mismo a San Rom¨¢n, se part¨ªa de risa y me contestaba "Qu¨¦ va, Panchito, si yo era muy malo". As¨ª era de bueno. El mejor portero del mundo.