La venda de Karim
Me gusta que Benzema no vaya con Francia. Le da cierto aire de jugador maldito, miembro de ese exclusivo club de jugadores repudiados por su selecciones por cuestiones extradeportivas, como Cantona, Redondo, Effenberg o M¨ªchel. Futbolistas todos rebosantes de clase y ap¨¢tridas de esp¨ªritu, como Humphrey Bogart en Casablanca. Enfrentados siempre a entrenadores y presidentes de federaciones con egos desmedidos. Odiados y queridos. Salvajes y sentimentales. Benzema ya es uno de ellos ahora que dicen que no volver¨¢ a vestir de azul. Da igual. Karim siempre fue ej¨¦rcito de uno.
Admito que tard¨¦ tiempo en convertirme al benzemismo. Puede que demasiado. Cada vez que en el Bernab¨¦u el nueve franc¨¦s marcaba uno de sus valios¨ªsimos goles en Champions, mi hermano, benzemista inasequible al desaliento, me abrazaba y me susurraba con voz fr¨ªa de psic¨®pata: ?Has visto lo que ha hecho tu amigo el pechofr¨ªo? ?Has visto al gato? Solo le faltaba repetirme que le hab¨ªa roto el coraz¨®n, como Michael Corleone a su hermano Fredo en El Padrino.
De Benzema ahora me gustan hasta sus andares. Me emociona esa pausa, ese segundo extra que solo marca su reloj interno, ese disparatado control suyo como imantado que me devuelve a las tardes jugando al Pro Action Football. Lo que me tiene algo inquieto es esa misteriosa venda que luce desde hace tiempo en su mano derecha. ?Sigue con esa fractura? ?Se oper¨®? ?Es superstici¨®n? ?Perdi¨® el me?ique como un miembro de la Yakuza? La cuesti¨®n es que desde que lleva ese vendaje hemos visto a un Karim desencadenado. Como dec¨ªa Santiago Segura en El d¨ªa de la bestia, nunca he sido supersticioso porque da mala suerte, pero ahora voy a empezar a escribir mis art¨ªculos con la mano izquierda vendada. A ver si as¨ª se me ordenan las ideas con el criterio de sus movimientos entre l¨ªneas.
Tal vez lo mejor del par¨®n de selecciones sea poder echar un poco de menos a un jugador como Benzema. Algunos placeres no est¨¢n pensados para disfrutarlos todos los d¨ªas.