El Cl¨¢sico de Berlanga
La victoria en Bulgaria del Espanyol justific¨® la perorata de ayer a mis peque?os en casa: que si el pa¨ªs del yogur ¨C?No era Grecia, pap¨¢?¨C, que si el Danubio pasa cerca, que si bajo el estadio muri¨® el primer emperador romano que cay¨® batallando contra los b¨¢rbaros... Lo que tiene que hacer un padre para convencer a su prole de que el mundo no se acaba sin Cl¨¢sico. No les convenc¨ª a ellos, ni casi a m¨ª mismo, despistado esta semana como los hinchas del Liverpool, que confundieron Gent (Gante) con Genk, pifia m¨¢s sutil que cambiar Bucarest por Budapest. La Europa League como atlas para descubrir el mundo, el Bar?a-Real Madrid como manual para entender Espa?a.
Cuando me despierto cursi me sale decir que mi patria es el bal¨®n, pero donde en realidad me gustar¨ªa quedarme a vivir es en el 5-2 al Bar?a en Sarri¨¤ del 75. Se desbordaba el f¨²tbol y Berlanga preparaba La escopeta nacional. Y cab¨ªa el intr¨ªngulis. Porque la pol¨ªtica est¨¢ en todas partes, como el aire que respiramos, y no se contamina sola. Han sido el politiqueo y sus ismos los que nos han birlado un Cl¨¢sico que no sabemos todav¨ªa cu¨¢ndo se va a jugar. Porque aqu¨ª el jaleo nos gusta m¨¢s que la pol¨ªtica. Y que el f¨²tbol.
Rafael Azcona se cuid¨® de no escribir ninguna pel¨ªcula sobre balompi¨¦, pero si se la hubiese escrito a Berlanga le habr¨ªa quedado as¨ª. Con un partido del siglo colgando de la brocha. Un experto en plasmar la frustraci¨®n del espa?olito medio, el aut¨¦ntico sentimiento que nos une por encima de nuestras diferencias: ni pavo de Navidad, ni pisito, ni cochecito, ni vacaciones en las cuevas del Drach, ni Cl¨¢sico. Cabreo. Los Cl¨¢sicos no se tocan, nene, habr¨ªa titulado, y bordar¨ªa el manoseo.
Pol¨ªtica (y de la buena) est¨¢n haciendo las futbolistas en Espa?a. Y es tambi¨¦n berlanguiano que los chicos no apoyen a las jugadoras (y a esos clubes sin recursos ni poderosos equipos masculinos detr¨¢s) por un convenio justo. ?Futbolistas ricos ignorando a futbolistas pobres? Para cerrar el bucle de Berlanga ni siquiera me ha hecho falta escribir austroh¨²ngaro.