La soledad de Morata y los l¨ªderes del Atl¨¦tico
Hay que reconocer que la direcci¨®n deportiva del Atl¨¦tico de Madrid ha acertado en la dif¨ªcil renovaci¨®n del equipo que tuvo que afrontar este verano. Grandes fichajes, incorporaciones de clase media y la apuesta por la permanencia de algunos jugadores cuestionados conforman una ilusionante plantilla, con multitud de registros a disposici¨®n de Simeone. L¨®gicamente, a pesar de haber mostrado gran potencial en algunos momentos brillantes de estos primeros partidos, hace falta tiempo para que se vayan asentando todas las piezas del nuevo puzle.
Y es que, adem¨¢s, el vestuario se ha rejuvenecido enormemente. Algo que es importante para armar un proyecto a largo plazo, pero que a corto puede ocasionar problemas en los momentos m¨¢s dif¨ªciles de los tres torneos que disputa el equipo en esta primera temporada tras el gran lavado de cara del conjunto del Cholo.
Sin God¨ªn, el capit¨¢n es Koke, canterano con diez temporadas ya en el primer equipo, bagaje que, de por s¨ª, justifica de sobra que sea el portador del brazalete. Pero el vallecano no tiene entre sus muchas virtudes el empaque y la ascendencia que ten¨ªan el central uruguayo o Gabi, el gran capit¨¢n de la gloriosa etapa rojiblanca en la d¨¦cada que ahora acaba.
En realidad, los nuevos liderazgos dentro de este Atleti est¨¢n todav¨ªa en formaci¨®n. Sa¨²l o Gim¨¦nez tendr¨¢n cada vez m¨¢s peso con el paso del tiempo. Pero, por ahora, este renovado vestuario no puede competir con los de las temporadas anteriores en ese car¨¢cter competitivo, saber estar y gesti¨®n de los momentos de tensi¨®n. Pagar¨¢ alguna novatada de vez en cuando, lo que tambi¨¦n servir¨¢ para que los menos experimentados se curtan y que los m¨¢s veteranos perfeccionen sus respectivos liderazgos. Para el aficionado medio, estas son cuestiones aparentemente secundarias, pero en verdad son vitales para determinar el destino de cualquier grupo de futbolistas.
Una de estas novatadas la vimos en Mallorca. Morata perdi¨® completamente los nervios, encar¨¢ndose con varios rivales. No voy a entrar en el rifirrafe en s¨ª, que es tan habitual y antiguo como este deporte. Ni tampoco voy a entretenerme en lo absurdo de su comportamiento ni en las nefastas consecuencias que tiene esa expulsi¨®n totalmente evitable.
Voy a destacar un detalle que quiz¨¢ para muchos pas¨® desapercibido. Durante todo el altercado, el delantero internacional est¨¢ solo, sin ning¨²n compa?ero que, con los nervios templados y previendo lo que pod¨ªa pasar y, finalmente, pas¨®, se proponga dominar la situaci¨®n. Hab¨ªa que calmar a Morata, ganarse la confianza del ¨¢rbitro, separar a los adversarios para evitar m¨¢s provocaciones y hacer que el partido se reanudara sin m¨¢s contratiempo.
Y todo esto era m¨¢s necesario todav¨ªa una vez que Morata y Xisco Campos vieron la primera amarilla. Desde el primer momento, el central bermell¨®n tiene la compa?¨ªa de su veterano portero Reina, ayud¨¢ndole para que la sanci¨®n del ¨¢rbitro no fuera a m¨¢s. Precisamente, esa es la funci¨®n que deb¨ªa haber asumido alg¨²n l¨ªder atl¨¦tico. La soledad de Morata, que precipit¨® su error y la consecuente expulsi¨®n, denota un defecto en este nuevo Atl¨¦tico de Madrid. Y no es un problema menor por mucho que lo parezca.