Laver Cup, Davis Cup y ATP Cup
Una lesi¨®n de Rafa Nadal frustr¨® el domingo verle jugar un dobles junto a Roger Federer, una imagen que ya disfrutamos en 2017. El a?o pasado fue Novak Djokovic quien hizo pareja con el suizo. S¨®lo por eso ya merece la pena que exista la Laver Cup, un invento de Federer que enfrenta a Europa contra el Resto del Mundo, al estilo de la a?eja Ryder Cup de golf. El formato es atractivo, din¨¢mico, televisivo, y mantiene la igualdad hasta el final gracias a un original sistema de puntuaci¨®n. Si a eso a?ades la pasi¨®n que ponen los contendientes, al borde del teatro, terminas enganchado a la pantalla. Las audiencias de Teledeporte, con partidos en torno a los 400.000, avala el inter¨¦s. El torneo, sin embargo, tiene divididos a los aficionados de toda la vida. Unos aplauden la innovaci¨®n y la frescura, mientras que otros lo consideran un producto ficticio que atenta contra el tenis tradicional. Este a?o, al menos, tiene el reconocimiento de la ATP, aunque ah¨ª puede influir tambi¨¦n que la Davis coquetea con las fechas. Aun as¨ª, todav¨ªa no reparte puntos, aunque s¨ª un suculento cheque.
Es un buen intento del tenis para refrescar su deporte, pero no el ¨²nico. La Davis Cup ha seguido el mismo camino, con distinta aceptaci¨®n. Los tradicionalistas, como Francia y Australia, critican el modelo concentrado en una semana; mientras que los antes quejosos con las interrupciones del calendario, la escasez de puntos y el cansancio, ahora gru?en porque se celebra tarde, aunque alguna de las mismas trabas no les impida apuntarse a la Laver. Por si fu¨¦ramos pocos ha surgido un tercer evento, la ATP Cup, que imita la propuesta de Piqu¨¦, pero al inicio del curso. Si apartamos los obvios conflictos de intereses, los tres formatos pueden funcionar, si los tenistas quieren. De momento, Djokovic y Nadal ir¨¢n a la Davis, y el Big Three al completo estrenar¨¢ la ATP Cup. Ya es un salto.