Nadal y los hijos de Federer
Roger Federer volvi¨® a estrellarse en el muro de Rafa Nadal en Roland Garros. Una empalizada demasiado alta para cualquier humano, incluso para ¨¦l que tiene toques divinos. Una muralla acorazada contra el viento que levantaba el polvo de la Chatrier. Una empalizada frente a las escaramuzas en la red y los tiros ajustados del suizo, que regres¨® a Par¨ªs tras tres a?os de ausencia para intentar conquistar por segunda vez un torneo que s¨®lo gan¨® cuando Robin Soderling apart¨® del camino a un rey que ten¨ªa las rodillas maltrechas. La realidad es as¨ª, tozuda y reveladora: las seis veces que el considerado jugador m¨¢s grande de todos los tiempos se cruz¨® con el balear acab¨® con la cabeza gacha. Eso s¨ª, se agradece su gesto de volver a intentarlo con 37 a?os y con todo hecho. Casi todo, m¨¢s bien. Porque Myla, Charlenne, Leo y Lenny, sus cuatro hijos, quiz¨¢ alg¨²n d¨ªa le hagan esa pregunta inc¨®moda para la que ¨¦l no ha encontrado a¨²n respuesta: "Pap¨¢, ?por qu¨¦ nunca ganaste a Nadal en Par¨ªs?".
Quiz¨¢ deber¨ªa contestarles Rafa. Contarles que siempre ha apreciado a su padre. Que junto a ¨¦l ha construido una de las grandes rivalidades del deporte. Que llor¨® (lo confes¨® a L'?quipe) cuando vio desde su casa c¨®mo Roger levantaba la Copa de los Mosqueteros en 2009: "Se merec¨ªa ganar un d¨ªa ese torneo. Merec¨ªa los cuatro Grand Slams". Les podr¨ªa decir que la suya es una historia de admiraci¨®n mutua, del fuego contra el hielo. De un gladiador que se atrevi¨® con James Bond. Les tendr¨ªa que contar que su esp¨ªritu indomable, su poderosa mente y un talento descomunal (si no, no se ganan 17 Grand Slams) fueron una frontera para su ¨ªdolo en la santa tierra de Par¨ªs, la base desde la que sali¨® disparado para triunfar despu¨¦s tambi¨¦n en Wimbledon, el US Open y Australia. Que Federer no le gan¨® all¨ª nunca, pero que por separado los dos no hubieran sido tan grandes. Que le respeta y aprecia. Y que por eso un 7 de junio del 2019 se contuvo y no celebr¨® como un loco su victoria, porque tambi¨¦n sinti¨® un poco del dolor de su padre.