La hipocres¨ªa de la UEFA y la sanci¨®n a Ramos
Voy a escribir sobre la comentad¨ªsima ausencia voluntaria de Sergio Ramos el martes, pero lo har¨¦ desde un ¨¢ngulo diferente. El defensa fue sancionado con otro partido extra (que ya cumplir¨¢ en la pr¨®xima edici¨®n de Champions que juegue) porque en ?msterdam "recibi¨® una tarjeta amarilla a prop¨®sito". Seg¨²n el c¨®digo de disciplina de UEFA, esto es sancionable. Pocas veces queda m¨¢s patente la ignorancia de la gente de traje y corbata acerca de la realidad del deporte que dirigen. Este tipo de sanci¨®n est¨¢ lleno de hipocres¨ªa. Se lanza el mensaje idiota de que s¨®lo son admisibles las infracciones fortuitas. Por esa regla de tres, tendr¨ªan que castigarse con un partido de sanci¨®n todas las faltas t¨¢cticas para parar un contragolpe, las zancadillas al borde del ¨¢rea para frenar al atacante antes que hacer penalti (recordar¨¢n que eso admiti¨® Gim¨¦nez que buscaba en el ¨²ltimo derbi con Vinicius, pero fall¨®) o los derribos para marcar territorio de un defensor que se empieza a ver abrumado por la habilidad o velocidad de un adversario. Estos tres son ejemplos de faltas que se hacen adrede. Y las hay en todos los partidos sin excepci¨®n.
Con ese mismo esp¨ªritu, en todas las competiciones donde hay sanci¨®n por acumulaci¨®n de amonestaciones es habitual que los jugadores y entrenadores busquen el mejor momento para completar el ciclo. Sin ir m¨¢s lejos, tres titulares del Legan¨¦s lo hicieron el lunes y no estar¨¢n ante el Atl¨¦tico. Ellos creen que es lo mejor estrat¨¦gicamente, pero pueden estar equivocados. No hay absolutamente nada reprobable en ello. Ni deportiva ni ¨¦ticamente. No hay trampa ni ventaja, el jugador en cuesti¨®n cumplir¨¢ la sanci¨®n establecida. Y no se desvirt¨²a la competici¨®n porque es imposible adivinar el futuro. El mejor ejemplo es que con Ramos seguramente el Real Madrid hubiera tenido m¨¢s opciones de evitar la inesperada debacle ante el Ajax. El capit¨¢n blanco, damos por hecho que en connivencia con Solari, eligi¨® ese momento para hacer la infracci¨®n y perderse este partido en concreto. Y, a posteriori, hemos comprobado que fue perjudicial. Igual que una falta a prop¨®sito fuera del ¨¢rea puede acabar en gol y, en cambio, el penalti errarse. Pero eso no lo sabemos jam¨¢s de antemano, de ah¨ª que no haya estafa.
En las reglas del juego no se proh¨ªbe hacer infracciones. Y ni mucho menos se hace una valoraci¨®n moral de las intenciones. Simplemente se recoge c¨®mo tienen que ser sancionadas por el ¨¢rbitro determinadas situaciones que se consideran no permitidas. Una vez sabido esto, cada jugador es responsable de sus actos y las consecuencias que estos provoquen. Como cualquier ser humano en todos los ¨¢mbitos de la vida (por cierto, una de las lecciones m¨¢s fundamentales que ense?a el deporte a los ni?os que se inician en ¨¦l). Si decide hacer un agarr¨®n para abortar un ataque, debe jugar el resto del partido con la amenaza de la segunda amarilla. Si fr¨ªe a patadas a la estrella rival, sabe que est¨¢ jugando con fuego. Y si decide elegir un partido para cumplir ciclo, sabe que puede salir bien¡ o mal. Porque puede que, por ejemplo, baje su estado de forma por una semana de inactividad, o perder el puesto porque el que entre por ¨¦l convenza al entrenador o, como le pas¨® a Ramos, que caiga eliminado tu equipo sin poder hacer nada para evitarlo.
Me opongo totalmente a la hip¨®crita sanci¨®n extra de UEFA por provocar una tarjeta amarilla. Que encima obliga al jugador a mentir p¨²blicamente sobre algo aceptado y aprobado por todos de puertas para dentro de cualquier vestuario. El ejemplo de Ramos ante el Ajax respalda mi opini¨®n. No hay que a?adirle otro partido de sanci¨®n. Bastante carga de arrepentimiento se lleva ¨¦l para siempre por su hist¨®rico error de c¨¢lculo.
Carlos Matallanas es periodista, padece ELA y ha escrito este art¨ªculo con las pupilas.