El ajo y el mal de ojo en el f¨²tbol
La puerta de la desgracia
S¨®lo un escritor como Manuel Vicent, habitante preclaro del universo de la met¨¢fora, podr¨ªa llegar al alma del Valencia, ?qu¨¦ le pasa? Un equipo potente en su historia, sometido ahora a la tragedia del empate infinito. Otro escritor mediterr¨¢neo, Albert Camus, que tiene su ra¨ªz en Menorca, dej¨® escrito en El extranjero lo que sucede cuando se golpea "en la puerta de la desgracia". Y este Valencia de Marcelino est¨¢ viviendo con angustia esas consecuencias. Como dir¨ªa el peruano Mario Vargas Llosa de su pa¨ªs, ?en qu¨¦ momento se jodi¨® el Valencia? ?Cuando cambi¨® de manos, cuando ya no fue netamente valenciana su alma?
El ajo en la cazuela
En un restaurante mediterr¨¢neo que ¨¦l frecuenta, el Mercato Balar¨®, me lo dec¨ªa Vicent hablando de otras cosas: "Cuando una pizca de ajo entra en la cazuela ya todo sabe a ajo". Le pongas lo que le pongas ahora al Valencia de Marcelino, ya la sopa sabr¨¢ a la desgracia que el equipo se ha encontrado esta temporada. Dispara un penalti Rodrigo, rechaza el portero, Mina falla el rebote. Eso es el ajo, la mala suerte, la predestinaci¨®n, y al fin el empate con el que el Valladolid irrumpe en la cazuela. La cara del entrenador era un poema, una carta de dimisi¨®n, un arrebato triste. ?l no se merece este sabor a ajo.
El ojo sobre Isco
A falta de despejar la inc¨®gnita anoche, esto que le pasa al Valencia parece sucederle a Isco. Alguien lo ha mirado mal. Desde que se fue Lopetegui, o lo fueron, este jugador que tanta calidad almacena ha ido cuesta abajo en la consideraci¨®n del entrenador nuevo, Solari, seg¨²n algunos porque despidi¨® al anterior con indisimulado afecto. Igual que puso contra las cuerdas en su d¨ªa a los periodistas por impacientes, se?al¨® a la directiva del Madrid como parte del problema, y eso irrit¨® el ojo del club, parece. Lo cierto es que hasta el momento Solari ha desde?ado una joya. Como si Isco hubiera tocado a la puerta de la desgracia.
El rostro del brasile?o
La cara es el espejo del alma. Otro futbolista tocado por el sabor omnipresente del ajo y por ese ojo que te mira mal y es el maldito azar es Felipe Coutinho, que vino al Bar?a con poder¨ªo y poco a poco se ha ido diluyendo en la nada cotidiana de la que escrib¨ªa la cubana Zoe Vald¨¦s. No es nada y no hace nada por ser mejor que su sustituto, Demb¨¦l¨¦. Su porvenir es el rescate, pero en su cara est¨¢ la dimisi¨®n, una tristeza que parece una sonrisa demediada, una resignaci¨®n que rompe la tradici¨®n facial de los brasile?os. Ya tiene rostro de canci¨®n triste de Vinicius de Moraes. Lo siento. En esos pies hay f¨²tbol; en esa cara hay saudade.
Un periquito ilustre
Se ha muerto como del rayo Claudio L¨®pez de Lamadrid, uno de los grandes editores nuevos de la literatura espa?ola e hispanoamericana. Como su t¨ªo Toni, de Tusquets, fallecido tambi¨¦n, y como los Lara, por cierto, su pasi¨®n fue el Espa?ol, el club de Carlos Mara?¨®n, de Mart¨ª G¨®mez, de Ramoneda y de tantos m¨¢s. Un equipo que, al contrario que el ajo, convive con todos los sabores, cuyos aficionados s¨®lo le tienen mal ojo al Bar?a, y aun as¨ª Claudio y los dem¨¢s siempre han sido exquisitos con esa competencia. Laura Fern¨¢ndez, madridista, autora suya, me dec¨ªa ayer: "Por ¨¦l me har¨¦ un poco del Espa?ol". Yo tambi¨¦n.
El Geta se sale
Este equipo s¨ª que no sabe a ajo, sino a agua clara de los arroyos de Getafe. Con una fuerza emocionante, fue a Villarreal a curarse del mal trago (?del mal arbitraje? Aqu¨ª no escribo de ¨¢rbitros, entiendo que son el azar humano en los campos) que le dej¨® el Bar?a en el Alfonso P¨¦rez. Tocado por la gracia y el poder¨ªo de jugar, este equipo madrile?o se acerca a la perfecci¨®n futbol¨ªstica basada en la disponibilidad de sus jugadores para el entusiasmo. Gana porque no se rinde al mal sabor de las derrotas. Huye del ajo, est¨¢ contaminado s¨®lo de su sabor a f¨²tbol. Y sigue tan campante desafiando el silbido de los ¨¢rbitros.