Patr車n, marinero y grumete
Una caricatura de Pompidou, el presidente que sucedi車 en Francia a De Gaulle, resumi車 los l赤mites del poder. En ese retrato sat赤rico tan importante el heredero aparec赤a destruido por la enfermedad, agarrado al poder de manera que ya era imposible despegarlo, a pesar de sus achaques. Jos谷 Luis N迆?ez dispuso de todo el poder en el Bar?a, manej車 nombres propios de enorme resonancia, en el campo y en el banquillo, gan車 trofeos y perdi車 otros que le hubieran dado al club un abundante prestigio. Y, sobre todo, quiso m芍s de todo: nuevos futbolistas, nuevos trofeos, nuevos chaflanes con los que alimentar su pasi車n de reconstruir Barcelona.
La mezcla de su ansiedad urbana y de su engolosamiento futbol赤stico tuvo su met芍fora en el escenario del palco. Tuvo el desacierto de echar a pelear a Cruyff con Van Gaal. Y su ego agigantado por los aduladores fue capaz de confundir sus asuntos privados con lo que de p迆blico, y muy p迆blico, tiene el Barcelona. Fue un presidente duradero e importante, pero no se dio cuenta, igual que le pas車 a Pompidou, que no pod赤a prolongar m芍s su histeria de mandar sin da?ar el prestigio de la entidad blaugrana. ?ste lo sufri車 m芍s all芍 de su mandato. Tuvo un m谷rito: inaugur車 la era de los presidentes hist谷ricos.