C¨®mo se vive la locura por Boca en Madrid
Ser bostero o bostera a miles de kil¨®metros de La Bombonera no es f¨¢cil, pero muchos hinchas vivimos los partidos como si estuvi¨¦semos en La Boca, nuestro barrio, pese a la distancia. Horas de sue?o perdidas por el cambio horario, llegar a trabajar destruido a la ma?ana siguiente, dejar de lado otras cosas..., y todo por juntarse con gente que comparte la misma pasi¨®n que vos. Eso no tiene precio, eso no se puede explicar.
Para la final en La Bombonera, m¨¢s de 200 personas nos dimos cita en un bar de la capital espa?ola varias horas antes del comienzo del partido. Pero no solo eso, sino que m¨¢s de un centenar de hinchas se tuvieron que quedar fuera por falta de aforo, desplaz¨¢ndose a otros puntos de la ciudad. Con el gol de Wanchope ?bila, soltamos todos los nervios, mientras que con el de Pratto nos resignamos y seguimos cantando. El de Benedetto rompi¨® gargantas. Puedo afirmar que fue uno de los goles m¨¢s gritados por todos nosotros en nuestras vidas. El 2-2, en vez de hacernos callarnos, nos dio m¨¢s fuerza. Cant¨¢bamos al ritmo de La Bombonera, las mismas canciones, con bombos, tambores y redoblantes. Cre¨ªamos que los jugadores sentir¨ªan nuestro aliento.
Para la vuelta del d¨ªa s¨¢bado todo estaba preparado, empezando por un lugar con aforo para 700 personas, para que nadie se quedase fuera y todos pudi¨¦semos disfrutar. El sitio se iba llenando a medida que llegaban las malas noticias de Buenos Aires: la final no se iba a jugar. El domingo fue lo mismo: gente varias horas antes saltando, esperando, cantando, siempre todos juntos, siempre todos por Boca, ansiando que llegase la hora de comienzo. Pero no pudo ser.
A pesar de eso, nos fuimos del lugar cantando y esperando que este partido se juegue en alg¨²n momento. Y ese momento puede estar cerca. Cerca de nosotros, adem¨¢s: en Madrid. Donde todos los bosteros nos juntaremos para alentar por la pasi¨®n que nos une.