Malcom y Demb¨¦l¨¦, dos term¨®metros para la grada del Camp Nou
Debate. Como todas las aficiones, a la del Barcelona le encanta posicionarse maniqueamente en debates que afectan m¨¢s a las sensaciones que a la experiencia emp¨ªrica. El debate de moda est¨¢ circunscrito a los partidarios de Demb¨¦l¨¦ y los de Malcom. Ambos tienen un cami¨®n de motivos para denostar al adversario y se aferran como a un clavo ardiendo a los pocos argumentos que les ofrecen sus estandartes para ser defendidos. Promete ser un debate interesante a lo largo de la temporada, m¨¢s despu¨¦s de que el franc¨¦s marcara en Vallecas y el brasile?o lo hiciera en Mil¨¢n tras entrar en el puesto de Ousmane.
Demb¨¦l¨¦. Es un caso singular. Ajeno a cualquier estilo Bar?a y al¨¦rgico al juego de posici¨®n, tiene el encanto de lo imprevisible. Sabes que con ¨¦l en el c¨¦sped van a pasar cosas. No se sabe si buenas o malas, pero que aporta espect¨¢culo est¨¢ fuera de toda duda. Segurola detectaba el otro d¨ªa que su paradoja era que "resuelve los partidos que el Bar?a juega mal y funciona mal cuando el equipo se desempe?a bien". Luis Su¨¢rez Miramontes, menos prosaico fue por la directa en una entrevista en estas p¨¢ginas: "Me recuerda a Balotelli". Y no lo dijo como elogio. Otro barcelonista agudo me coment¨® la temporada pasada viendo sus h¨¢bitos fuera del campo que "ha llegado el nuevo Anelka".
Malcom. Tiene en com¨²n con el franc¨¦s que ambos costaron un Per¨², pero en su contra juega que lo fich¨® la secretar¨ªa t¨¦cnica sin que el entrenador lo pidiera. Y por eso le cost¨® entrar en el equipo. Y ante estas situaciones, m¨¢s si coinciden con momentos de duda como los que se vivieron en Legan¨¦s o ante el Athletic o el Girona, la grada adopta al jugador sin verlo como si fuera un cachorrillo de una perrera. Precisamente, por no verle jugar, Malcom se convirti¨® en el protegido de la afici¨®n y todas las encuestas ped¨ªan su titularidad inmediata casi como paso previo a bautizar una puerta del estadio con su nombre. Sin haber tocado bola.
La causa. Ambos, cada uno a su estilo, se han sumado a la causa de Valverde que les contempla m¨¢s como elementos de agitaci¨®n de partidos que como piezas del engranaje b¨¢sico. Cada uno a su manera se ha reivindicado como ¨²til. Ambos tienen mucho margen de mejora y tienen detr¨¢s suyo una legi¨®n de seguidores capaces de perdonarles lo que a otros futbolistas les negar¨ªan. Valverde, desde el banquillo sabe que son el term¨®metro de un estadio enfebrecido.