La Copa Davis ha muerto
El nuevo formato no solo no rescata, si no que borra toda la m¨ªstica de la Copa Davis: una competencia dura, muchas veces injusta y tremendamente complicada.
La ATP logr¨® muchas cosas important¨ªsimas para el tenis: instalarlo como un deporte global, con presencia en todo el planeta, s¨®lido y solvente, con grandes estrellas y una organizaci¨®n que varios otros deportes imitaron para alcanzar figuraci¨®n a nivel planetario. Hubo una sola cosa que la ATP quiso hacer y nunca pudo lograr: crear un evento tan m¨¢gico y espectacular como la Copa Davis.
El ordenado circuito ATP, con premios y puntos establecidos, un ranking que regula accesos y torneos categorizados adecuadamente, no ha podido ir m¨¢s all¨¢ del orden y la pulcritud de lo racional para acceder a la magia de lo cl¨¢sico. Una met¨¢fora para entenderlo: un torneo ATP vendr¨ªa a ser Las Vegas y la Copa Davis, Nueva York.
La Copa Davis tiene un formato viejo, es una competencia dura, muchas veces injusta y tremendamente complicada. Por eso mismo gusta tanto. Por eso los tenistas ans¨ªan ganarla a c¨®mo d¨¦ lugar y se convierte en una obsesi¨®n. Porque en la Copa Davis no basta solo con ser bueno para el tenis. Puedes contar con dos tenistas Top 10 y tener que jugar en India, con calor terrible, pasto rapid¨ªsimo y p¨²blico bullicioso. O en Canad¨¢, con temperaturas de congelador y una moqueta de hule ante insignes sacadores donde no hay opci¨®n de devolver un servicio. O en Sudam¨¦rica, con bolas "pinchadas" cuando toca a 2.600 metros de altitud, algo que le complica el c¨¢lculo hasta a un joyero, o el fr¨ªo terrible en Chile o Argentina, adem¨¢s de fanaticadas apasionadas y hostiles. La lucha es tremendamente desigual y no solo por la calidad de los jugadores. Nada est¨¢ garantizado de antemano y, gracias a eso, surgen esas historias tan lindas de contar, a veces con rasgos hom¨¦ricos, y que tanto atraen.
En un deporte excesivamente individualista, el formato de Copa Davis logra que egoc¨¦ntricos jugadores sumen fuerzas por un equipo que representa a un pa¨ªs y a su gente. Todo el a?o escuchan al umpire "cantar" su nombre, pero en la Davis la ventaja, el juego, el set y el partido son de todo el pa¨ªs y no s¨®lo de ¨¦l mismo. Esos equipos pueden reunir por un bien superior a dos tipos que se odien a muerte. O si no preg¨²ntenles a Vilas y Clerc, quienes sin dirigirse la palabra llevaron a Argentina a la final.
El torneo de la Ensaladera de Plata tiene otro componente que ning¨²n otro certamen posee: la regla de p¨²blico partidario. El fan¨¢tico es protagonista como en ninguna otra disciplina.
Todo eso, que para algunos es lindo, m¨¢gico e inigualable, se va a perder.
La ATP intent¨® replicar la Copa Davis, pero nunca tuvo ¨¦xito. La Copa del Mundo por Equipos de Dusseldorf fue un mal intento, con un formato muy parecido al de la Copa Davis que propone Piqu¨¦. La nueva Copa Davis no solo no rescata, si no que borra toda la m¨ªstica de la Copa Davis. El precio de esa magia tal vez sea mayor a los 3 mil millones de d¨®lares con que el grupo inversor Kosmos encant¨® a la ITF. Y sin ese ingrediente m¨¢gico, el torneo deja de ser lo que es y siempre fue durante 118 a?os.
Ya no ser¨¢ la Copa Davis. Por favor, al torneo nuevo no lo llamen m¨¢s as¨ª y c¨¢mbienle el nombre.