Esto no es la PlayStation
Partamos de una evidencia. A la inmensa mayor¨ªa de los espa?oles no le gusta el f¨²tbol ni le interesa. Los partidos m¨¢s seguidos, como el del domingo, lo suelen ver unos doce millones de telespectadores. Una cuarta parte de la poblaci¨®n.
Entre los que s¨ª les gusta, es muy mayoritaria la visi¨®n de este juego como un mero espect¨¢culo, elemento de ocio que se consume como uno m¨¢s en la oferta disponible. Realmente, el peso de la opini¨®n p¨²blica, que tanto ha preocupado a nuestros internacionales en esta concentraci¨®n, deber¨ªa ser irrelevante para los profesionales a la hora de analizar derrotas o ¨¦xitos. El aficionado medio desconoce completamente los mecanismos internos de este deporte. Ni falta que hace, como no es necesario haberse le¨ªdo todas las obras de Shakespeare para disfrutar de una obra de teatro. O como no hay que saber tocar la guitarra para que se te erice el vello con una letra, un ritmo o una melod¨ªa en un concierto.
Esto refuerza la idea de los que consideramos el deporte, por encima de todo, una actividad cultural con funciones educativas. La conexi¨®n con los seguidores la marca transmitir emociones o no. Y el f¨²tbol es la f¨®rmula m¨¢s perfecta que se ha inventado para ello.
Ahora que a todos nos duele lo ocurrido en el Mundial, este pa¨ªs demuestra su eterna capacidad para el acoso y derribo. Yo, consciente de ir a contracorriente, niego esta vez la mayor. Espa?a no ha fracasado y valoro muy positivamente varios momentos vistos en Rusia.
Ya dije en estas p¨¢ginas que la destituci¨®n de Lopetegui era inevitable y necesaria, incluso si nos costaba caer temprano en el torneo. Hay cosas que est¨¢n por encima incluso de un Campeonato del Mundo. Por cierto, las dudas en el juego, como reconoci¨® Aspas, ya se hab¨ªan instalado todav¨ªa con Lopetegui en el banquillo. Hemos visto despu¨¦s a un grupo herido y desnortado tirar de compa?erismo y ejercer su profesi¨®n con pasi¨®n y responsabilidad; dar un paso al frente a una figura hist¨®rica de nuestro f¨²tbol como Hierro para asumir un marr¨®n que su conciencia le obligaba a afrontar; ver constantes errores individuales, el ¨²ltimo, de Piqu¨¦ en Mosc¨², y un equipo empe?ado en salir de esa adversidad una y otra vez. Cualquier otro vestuario se habr¨ªa derrumbado en una realidad tan dura.
Y al final este equipo permanece invicto desde 2016. No nos ha perdido el respeto nadie, como M¨¦xico y Corea del Sur s¨ª hicieron con Alemania o como Croacia hizo con Argentina. El prestigio de nuestro f¨²tbol permanece intacto. Esto es as¨ª, m¨¢s all¨¢ de las conclusiones futbol¨ªsticas que los profesionales deben sacar. El modelo que nos caracteriz¨® en la ¨¦poca dorada ya no sirve. Porque Xavi y el resto de int¨¦rpretes ya no est¨¢n. Toca aprovechar las condiciones de nuevos cracks como Asensio, Koke, Sa¨²l, Rodrigo o Nacho, liderados por Isco, el nuevo Iniesta con un juego completamente diferente a este.
Evidentemente, el equipo jug¨® lento y previsible ante Rusia. Hubiera sido perfecto pasar de ronda para poder afrontar esa catarsis de planteamiento en este mismo campeonato. Para siempre, el partido ser¨¢ recordado como el de los m¨¢s de mil pases. Yo no le pido haber jugado mejor al equipo o que Hierro leyera sobre la marcha que est¨¢bamos en pleno punto de inflexi¨®n hist¨®rico. Simplemente falt¨® o no conceder un penalti as¨ª o un poco m¨¢s de acierto para anotar en las dos o tres ocasiones claras que hubo. O ganar con autoridad y convicci¨®n la tanda de penaltis. Como hacen los equipos que acaban campeones. S¨®lo falt¨® algo de eso.
El ap¨¢tico ataque de La Roja fue consecuencia tambi¨¦n por un rival que nos plante¨® un partido jam¨¢s visto, aunque aparentemente se pareciera a otros. El insultante 75% de posesi¨®n significa que nunca hubo posibilidad de encontrar espacios. N¨²meros que s¨®lo gozamos ante Liechtenstein o San Marino, con la diferencia de que los rusos tienen calidad f¨ªsica y t¨¢ctica de primer nivel. Ante Paraguay en 2010, por ejemplo, en pleno apogeo del tiqui-taca, se tuvo una posesi¨®n del 60%, generamos menos ocasiones que el domingo y, aquel d¨ªa, el penalti que tuvieron lo par¨® nuestro portero. Ante Corea en 2002, la posesi¨®n estuvo al 50%, nos acosaron con su despliegue f¨ªsico, se generaron las mismas ocasiones que ante Rusia, aunque acertamos dos veces y nos anularon ambos goles. Y Joaqu¨ªn fue aquel d¨ªa Koke o Aspas en la tanda de penaltis. Repasando todas las eliminatorias de las ¨²ltimas fases finales, no se encuentra ning¨²n caso como el radical cerrojo ruso que tanto entusiasm¨® a su afici¨®n. No supimos acertar para mandarlos a su casa. No era un partido para jugar mejor, era un partido para clasificarse y punto.
Para m¨ª, no hay fracaso, se abre una oportunidad para renovar conceptos y generaciones. Me habr¨ªa gustado que Hierro fuera quien tuviera la oportunidad de liderar el cambio, por agradecimiento por el valor demostrado. Quien venga, ya habr¨¢ tomado nota de la necesidad de renovaci¨®n del planteamiento.
El p¨²blico tiene todo el derecho a no pensar como yo, y buscar culpables. Parte de la Prensa puede seguir creando incultura deportiva y sacar conclusiones que sonrojan a cualquier profesional que viva este juego desde dentro. Est¨¢n en su derecho, esto es una democracia y la ovaci¨®n y los pitos al final de la funci¨®n s¨®lo dependen de los aleatorios gustos del respetable. En deporte, hay una f¨®rmula reconciliadora: ganar. Aunque la inmensa mayor¨ªa de la gente viva ajena al trabajo en silencio y en soledad que hay que desempe?ar entre funci¨®n y funci¨®n, donde buscar la f¨®rmula m¨¢gica que permita una actuaci¨®n memorable que nos haga estallar de felicidad a todos.
Esto no es la Play Station, con par¨¢metros tangibles que sobre el campo demuestran siempre una superioridad. La vida y el f¨²tbol son mucho m¨¢s complejos. Sin ir m¨¢s lejos, yo hubiese preferido que Espa?a cayera por el otro lado del cuadro. En la dif¨ªcil coyuntura en que nos encontr¨¢bamos, nos habr¨ªa beneficiado enfrentarnos siempre a grandes equipos que a un rival rastrero que nos oblig¨® a mirarnos a un espejo deformado para vernos incapaces y desfasados. Cosas que, ni de lejos, somos.
Carlos Matallanas es periodista, padece ELA y ha escrito este art¨ªculo con las pupilas.