El Madrid, Zidane y el ¡®panache¡¯
Hace poco estuve en el Teatro Reina Victoria de Madrid para disfrutar de la adaptaci¨®n en espa?ol de una de las obras m¨¢s emblem¨¢ticas del teatro franc¨¦s, la famosa y sublime Cyrano de Bergerac. En el papel del protagonista que da su nombre a la obra, Jos¨¦ Luis Gil me ha llenado el coraz¨®n de alegr¨ªa y los ojos de l¨¢grimas. Unas semanas antes de ir a verle, le hab¨ªa preguntado a este inmenso y simp¨¢tico actor (adem¨¢s de gran madridista) c¨®mo se hab¨ªa traducido la m¨ªtica palabra que concluye la historia escrita por el genial Edmond Rostand y que declama Cyrano justo antes de morir. Esta palabra es panache.
Y Jos¨¦ Luis me dijo que se hab¨ªa conservado la palabra en franc¨¦s porque no ten¨ªa equivalente exacto en el idioma de Cervantes. El panache es una sutil mezcla de brillo, grandeza y valent¨ªa y no son muchos en el f¨²tbol los que podr¨ªan reivindicar tan excepcional cualidad humana. De hecho, los que la tienen no la reivindican porque cierta humildad es tambi¨¦n parte del panache. Hoy Zin¨¦dine Zidane est¨¢ a un partido de convertirse en el primer entrenador de la historia en ganar tres Champions consecutivas. Una fabulosa haza?a para alguien que s¨®lo lleva dos a?os y medio en un banquillo de Primera Divisi¨®n.
Sin embargo, tengo la sensaci¨®n de que no se valora lo suficiente lo que mi compatriota est¨¢ realizando en el banquillo blanco. Y creo que la culpa la tiene en parte el propio Zidane por no saber escenificar medi¨¢ticamente sus incre¨ªbles logros. Porque su panache se lo impide. Al igual que Cyrano de Bergerac escrib¨ªa cartas de amor para el beneficio de otro, Zidane escribe historia para la gloria de su club y de sus jugadores. Sin darse a s¨ª mismo todo el m¨¦rito que tiene.