Maravilloso viaje con mis ¨ªdolos
La final de Par¨ªs contra el Liverpool la viv¨ª (sufr¨ª) en la casa de mis padres. En Carabanchel. Ten¨ªa 16 a?os reci¨¦n cumplidos. Me mord¨ª las u?as, no entend¨ª que mi Juanito y Cunningham apenas tocasen la pelota, me irrit¨® que no llegaran balones buenos a Santillana, el cazagoles de mi infancia... Mi padre me iba explicando que llev¨¢bamos 15 a?os sin estar en una final de la Copa de Europa y que ten¨ªa mucho m¨¦rito jugarse el t¨ªtulo con el poderoso Liverpool ante el Madrid de los Garc¨ªa. Me estaba preparando para la derrota: ¡°Hijo, y encima Benito lesionado¡±.
Pero la comida en Casa Juan me refresc¨® las ilusiones y realiment¨® mis sentimientos. Estar tres horas junto a los ¨ªdolos de tu infancia no es una cuesti¨®n balad¨ª. Le ped¨ª a Miguel ?ngel que se sentase a mi derecha. De peque?o so?¨¦ con ser portero gracias a ¨¦l y ese inconfundible jersey de color verde. A su derecha, ?ngel de los Santos, un volante m¨¢s listo que los ratones coloraos. Enfrente de m¨ª Camacho, el hombre que anul¨® a Cruyff. A su lado Del Bosque, el cerebro de ese Madrid corajudo y sin complejos...
Mi Madrid. No ganaba Copas de Europa como el de ahora (y que dure). Pero ten¨ªan algo que hechizaba, enamoraba, enganchaba. Ese Madrid acog¨ªa en el once a los Garc¨ªas (Rem¨®n, Navajas, Cort¨¦s, Hern¨¢ndez, P¨¦rez...). Currantes que se dejaban la vida en cada jugada, en cada bal¨®n dividido. Era un Madrid al que no le sobraba ni una coma, pero jam¨¢s se rend¨ªan. El Liverpool sufri¨® lo suyo en el 81. Y ver¨¢n el s¨¢bado...