Un virus que ataca al amor propio
Regresaba Quique al banquillo tras el inoportuno virus que le impidi車 sentarse en Mestalla, y volvi車 el Espanyol a infectarse por el virus de la excesiva prudencia que parece haber inoculado 〞salvo en honrosas excepciones, como la de Valencia〞 durante toda esta inefable temporada. Con solo un cambio respecto a la anterior jornada, en que el equipo combin車 y remat車 en 21 ocasiones, en Getafe se vio esa versi車n del Espanyol que solo lleva un triunfo a domicilio, al que solo un rival separa de las plazas de descenso y que acumula 378 minutos sin marcar un solo gol. Es decir, la versi車n m芍s frecuente de un conjunto que, de tanta inacci車n por esperar al adversario como si 谷ste fuera el l赤der (excepto cuando lo es, entonces parad車jicamente s赤 le funciona), desespera al m芍s paciente.
Se podr赤a resumir la visita al Coliseum en dos conceptos: a los 15 minutos de juego, Pau ya hab赤a salvado tres veces al Espanyol, cuyo primer remate no lleg車 hasta el 73*, ante uno menos (injustamente expulsado Flamini) y ya con el 1-0. Un golazo en el que Dami芍n destroz車 las telara?as de la meta perica, mientras una colonia del mismo insecto se instalaba en la porter赤a de Guaita sin temor a recibir un solo rasgu?o. El conservadurismo est芍 acabando con un Espanyol que podr赤a asumir muchos m芍s riesgos, mostrarse m芍s osado, al menos ahora que no queda nada en juego. O s赤. El amor propio.