Enrique Castro, Quini, ¡®in memoriam¡¯
Fue acabar el partido del Madrid y saltar la noticia: Quini ha muerto. Un infarto le sorprendi¨® cerca de casa y no hubo forma de salvarle. Con ¨¦l se va un grande de nuestro f¨²tbol, cinco veces ¡®pichichi¡¯ en Primera y dos en Segunda. Gloria primero del Sporting, al que contribuy¨® a hacer regresar a Primera en 1970, tras muchos a?os de ausencia; despu¨¦s del Bar?a, con el que gan¨® dos Copas de Espa?a y una Recopa; finalmente, de nuevo en el Sporting, donde apur¨® su carrera hasta los 37 a?os. Y gloria de la Selecci¨®n Espa?ola, cuyo ataque dirigi¨® en 37 partidos, en a?os de dura competencia con G¨¢rate, Santillana y Satr¨²stegui, entre otros.
Siempre arriba, dando la cara, pisando el ¨¢rea, donde muerden los cocodrilos. Jugador r¨¢pido, en¨¦rgico, inteligente y rematador. Y muy noble. Ese tipo de futbolista al que todas las aficiones aprecian, porque no buscaba l¨ªos, aceptaba los golpes como tributo a pagar por su posici¨®n en el campo, ayudaba a los ¨¢rbitros, respetaba a los rivales. Su forma de ser en el campo respond¨ªa a su car¨¢cter fuera de ¨¦l, como ocurre en casi todos los casos. Tipo humilde, cordial, bromista, rodeado de amigos. Se nos ha ido con 68 a?os. Pas¨® un c¨¢ncer del que estaba repuesto, pero quiz¨¢ su organismo se debilit¨® por aquello y no ha superado esta prueba.
M¨¢s querido a¨²n por todos desde que pas¨® la tremenda peripecia aquella de su secuestro. Unos chorizos de cuarta le sacaron de su casa un domingo, tras un partido. Aquello tuvo a toda Espa?a en vilo durante veinticinco d¨ªas. Apareci¨® en una noche feliz: Espa?a gan¨® a Inglaterra en Wembley, en amistoso de preparaci¨®n para el Mundial la misma noche en que se conoci¨® la noticia. A la alegr¨ªa por un triunfo hist¨®rico se uni¨® la noticia m¨¢gica de su liberaci¨®n. Pronto volvi¨® a meter goles, m¨¢s aplaudidos que nunca. Con su coraz¨®n generoso, perdon¨® a los secuestradores. Se ha ido a los 68 a?os, pero deja una estela de vida ejemplar.