Mou, Pep y las dos Espa?as
Los que defend¨ªan a Mourinho dir¨¢n que pasaba por las mazmorras de Old Trafford rezando un rosario. Y los que son de Guardiola dir¨¢n que dirig¨ªa una clase de canto gregoriano.
No s¨¦ lo que pas¨® en el t¨²nel de vestuarios en el derbi de Manchester. Lo siento, pero no podr¨¦ contribuir a arrojar algo m¨¢s de luz al ¨²nico cap¨ªtulo que quedar¨¢ para la posteridad del ¨²ltimo United-City. Mientras algunos compa?eros han dado pelos y se?ales de lo que ocurri¨® en la caseta tras el 1-2 que pone la Premier patas arriba, mis fuentes no dan por ahora para tanto, ya que no van mucho m¨¢s all¨¢ de las que residen por nuestra Meseta. He le¨ªdo una docena de versiones y todas son tan precisas que podr¨ªa llegar a creerme cada una de ellas. Sin embargo, no me he detenido en la mayor¨ªa. Ya observando algunas firmas est¨¢ m¨¢s que claro el enfoque. Los que defend¨ªan a Mourinho a toda costa cuando met¨ªa dedos en el ojo dir¨¢n que pasaba por las mazmorras de Old Trafford rezando un rosario. Y los que son de Guardiola, haga lo que haga, dir¨¢n que no alent¨® esos gritos provocadores, sino que dirig¨ªa una clase de canto gregoriano. Por eso, prefiero centrarme en lo que sucedi¨® con luz y taqu¨ªgrafos, a los ojos de todos, sin filtros ni monsergas, en las declaraciones pre y postpartido y, sobre todo, durante los 90 minutos.
Con este material, cada uno podremos construir nuestra versi¨®n sin que nadie intente condicionarnos al dibujar escenas tan repetidas como que uno regala versos y como que el otro es el mism¨ªsimo diablo. Ambos tienen sus luces y sus sombras y nuestro esp¨ªritu cr¨ªtico, un tesoro infravalorado, deber¨ªa enumerarlas sin atender al pasado de Madrid y Bar?a, el manido duelo de las dos Espa?as; olvidando los prejuicios y enrollando las bufandas.
A mi juicio, Guardiola insiste en un error que le lastra. No concede entrevistas personales si no son con patrocinadores de su gusto porque los periodistas no le agradan, pero cuando le conviene, como esta vez ante un partido retransmitido en medio mundo, todos formamos un gremio estupendo para difundir sus respetables mensajes extradeportivos. Sin embargo, sigue fidelizando al respetable con una idea de juego patentada que exporta donde va. Ha mejorado su plan en defensa, ha olvidado su innegociable suicidio al sacarla jugada, ha perfeccionado a De Bruyne, ha encontrado a su Messi (c¨®mo est¨¢ Silva) y sigue sin temblarle el pulso al inculcar el toque (70% el otro d¨ªa) y al tomar decisiones (esta vez sent¨® a Ag¨¹ero). L¨ªder en otra liga m¨¢s, con el bal¨®n de por medio no hay quien le tosa.
Mourinho, por su parte, no sorprendi¨® a nadie en la previa al tachar de blandos a los jugadores rivales y al extramotivar a sus jugadores con varios mensajes estudiados. Cuando desde De Gea a Ibra todos van a una con ¨¦l, algunas virtudes tendr¨¢ que no se recuerdan o se intentan esconder. Mou, fiel a s¨ª mismo, aludi¨® una vez m¨¢s al colegiado para explicar una derrota clave en casa. Y logr¨® de nuevo que no se hable de la brecha que ya hay en el campeonato y s¨ª de la bronca entre bastidores. El portugu¨¦s, estrat¨¦gicamente, sigue siendo "el puto amo" en la sala de prensa, pese a que leyendas del United (Cantona), exentrenadores (Van Gaal) y aficionados (le gritaron al equipo "Attack, attack") le piden mucho m¨¢s con la pizarra. El juego y el rendimiento de varias de sus estrellas (no logra mejorar a un sobrevalorado Pogba) no refuerzan sus teor¨ªas y, lo m¨¢s preocupante, tiene a un genio como Ander Herrera m¨¢s pendiente de la protesta que de marcar la diferencia.
Ahora, que cada uno se quede con el estilo que prefiera. Todos son v¨¢lidos. Con ambos se puede ganar y con los dos es posible disfrutar. Pero antes de aceptar opiniones mascadas e insistir con la matraca de las dos Espa?as se aconseja pensar y analizar por uno mismo y partir como costumbre del subjetivo punto medio. No se vive nada mal en la Meseta.