Marchamo de gol
Los cronistas de anta?o escrib¨ªan y dec¨ªan mucho ¡°ese tiro llevaba marchamo de gol¡±. Ahora se usa menos. En mi infancia o¨ªa decir ¡°m¨¢rchamo¡±, con acentuaci¨®n esdr¨²jula, pero el Diccionario nunca incluy¨® esa alternativa sino solamente la voz llana ¡°marchamo¡± (aunque se pueden encontrar en la prensa escrita muchos ejemplos con la tilde incorrecta).
El t¨¦rmino procede del ¨¢rabe m¨¢rsam, que significaba ¡°hierro para marcar¡±. Ese idioma lo tom¨® a su vez del arameo, lengua en la que equival¨ªa a ¡°grabar¡±. La primera definici¨®n en espa?ol iba por esa misma v¨ªa, y la encontramos en diccionarios del siglo XVI con la equivalencia de ¡°sello¡±. M¨¢s tarde, la Academia definir¨¢ as¨ª este t¨¦rmino en 1734, en su primer diccionario: ¡°La se?al o marca que se pone en las aduanas en los g¨¦neros¡±. Y aquella referencia a lo que queda marcado o grabado ha llegado hasta nuestros d¨ªas sin apenas modificaci¨®n, con una acepci¨®n adicional: ¡°Marca que se pone a ciertos productos, especialmente a los embutidos¡±.
As¨ª pues, el disparo que lleva marchamo de gol es el que suponemos metaf¨®ricamente con una marca, con una divisa, con una vitola identificativa especial. ?Vitola? S¨ª, esa anilla que define a los cigarros puros. El marchamo, la vitola¡ o la divisa (¡°lazo de cintas de colores con que se distinguen los toros de cada ganadero¡±). En definitiva, se?ales que identifican algo.
Germ¨¢n Burgos, actual segundo entrenador del Atl¨¦tico, extendi¨® un buen hallazgo para este tipo de situaciones de peligro cuando comentaba partidos en Radio Nacional de Espa?a. ?l hablaba de un tiro, de una jugada o de un centro ¡°con aroma de gol¡±.
Pero, parad¨®jicamente, los tiros o las jugadas con marchamo, vitola, marca o aroma de gol¡ no suelen terminar en gol. Los ejemplos que hallamos de estas locuciones remiten a oportunidades que salv¨® el portero, que desvi¨® el poste, que evit¨® un defensa. Lo cual no deja de suponer una cierta contradicci¨®n. Imaginemos un toro con la divisa de Miura que no fuera un miura o un chorizo con marchamo de Campofr¨ªo que no hubiera fabricado Campofr¨ªo. O supuesto un aroma de rosas que fuera en realidad de esti¨¦rcol.
El l¨¦xico del f¨²tbol parece acogerse m¨¢s bien a otra l¨®gica: aquella que nos dice que las apariencias enga?an: Parec¨ªa un puro Cohibas por la vitola, pero era de chocolate. En el balompi¨¦, ay, estamos acostumbrados a que nuestros deseos fracasen. Y cu¨¢ntos deseos sentimos con marchamo de gol.