En busca de un enlace entre el vestuario y la entidad: Milito o Kluivert
Una tarea complicada. No hace mucho, un ex alto ejecutivo de un gran club me hac¨ªa balance de sus recuerdos de la ¨¦poca en la que trataba con futbolistas de ¨¦lite. ¡°Es la parte de mi trabajo que menos a?oro, pero ten¨ªa algo bueno. Hablar con un vestuario formado por j¨®venes celosos, ego¨ªstas, caprichosos y multimillonarios, hac¨ªa que lidiar cada d¨ªa con mis hijos adolescentes, que ya de por s¨ª eran complicaditos, me pareciera un trabajo agradable. Cualquier chaval normal en plena edad del pavo razona mejor que ese grupo de estrellas consentidas¡±. Y no es una opini¨®n aislada. No es extra?o o¨ªr argumentos semejantes de parte de cualquiera que haya estado en un puesto similar en una gran entidad. Si quieren una buena muestra de ello, les recomiendo un libro estupendo: ¡°Dream Team, la intrahistoria del mejor equipo que ha existido jam¨¢s¡± de Jack McCallum, editado por Contra. Acabas de leerlo y te dan ganas de hacerle un monumento a Chuck Daly... con piedras de mechero.
Sospechosos. Hay una ley perenne en el f¨²tbol que transgrede categor¨ªa, salario o nacionalidad. Los del pantal¨®n corto ven a los de la corbata como unos sospechosos. Ya pueden pagarles un dineral que les permita comprarse un Lamborghini cada d¨ªa. Y eso provoca un efecto contrario. Cuanto m¨¢s simp¨¢tico quiere hacerse el directivo, peor cae en el vestuario.
La figura clave. Ante esta situaci¨®n, los presidentes buscan con desesperaci¨®n la piedra filosofal para poder llegar a influir en los jugadores bajo la receta del gran Vicente Del Bosque: ¡°Que hagan lo que t¨² quieras, pero pareciendo que mandan ellos¡±. Esa figura tiene fecha de caducidad, pero de su eficacia dependen en gran parte los ¨¦xitos del equipo.
Casos pr¨¢cticos. El Bar?a se ha visto privado de ella y se not¨® en casos que las paredes del vestuario no pudieron contener. La negativa de los jugadores a acudir a la ¨²ltima gala del Bal¨®n de Oro, la marcha de Neymar o la agria negociaci¨®n para jugar a puerta cerrada ante la UD Las Palmas. En los buenos tiempos de Alejandro Echevarria o Manel Estiarte, estas cosas igual se hubieran parado.
Candidatos. Por tanto, anda el Bar?a a la b¨²squeda de una bisagra que tenga ascendente sobre el grupo de la edad del pavo. Unos apuestan por Milito y otros por Kluivert, dos tipos con personalidad que saben lo que hay en un vestuario y que no resultar¨ªan extra?os al grupo.