"Cuando el Madrid marcar¨¢"
Se me hace dif¨ªcil sumarme a los c¨¢nticos del Bernab¨¦u. Entre que la insoportable megafon¨ªa ya trabaja por m¨ª y que algunas letras me gustan poco, me limito a aplaudir cuando creo que algo lo merece y a festejar los goles de mi equipo.
Los c¨¢nticos del coliseo de la Castellana, por otra parte, me parecen poco originales: llegaron casi todos importados, bien de Francia (¡°allez, Real Madrid, allez, allez, allez¡±) o bien de Argentina... o hasta de Cuba, como el estribillo de ¡°Guantanamera¡±, que ya se ha extendido a otros campos de Europa y al que aqu¨ª y all¨¢ se le pone cualquier letra de actualidad.
Los aficionados espa?oles suelen empezarlo, por cierto, en un tono demasiado bajo, aunque en el primer verso no lo parezca, y las ¨²ltimas notas del estribillo les quedan casi siempre muy graves y a menudo inaudibles. Yo la escuch¨¦ de ni?o por vez primera en El Plant¨ªo, durante un Burgos-Atl¨¦tico. La gente cantaba ¡°C¨®rtate el pelo, Bezerra c¨®rtate el pelo¡±... en referencia al melenudo extremo rojiblanco. En aquel estadio naci¨®, por cierto, lo de ¡°hola, fondo norte; hola, fondo sur¡±, otro plagio simp¨¢tico.
Entre las letras que corea la grada madridista, hay una que dice muy poco de la formaci¨®n gramatical de quienes la idearon: ¡°Ya estamos todos aqu¨ª / animando al Real Madrid. / Cuando el Madrid marcar¨¢ / este estadio estallar¨¢¡±. Pero el estadio deber¨ªa estallar mucho antes: al o¨ªr tama?o desatino sint¨¢ctico. Cualquier hispanohablante con m¨ªnima competencia en su idioma sabe que la primera cl¨¢usula de la frase, con una noci¨®n de futuro cierto o hipot¨¦tico introducida por un adverbio de tiempo, necesita un verbo en subjuntivo (¡°cuando el Madrid marque¡±). Claro, eso destrozar¨ªa la ripiosa rima; pero se podr¨ªa arreglar, por ejemplo, cantando ¡°cuando el Madrid marque ya / este estadio estallar¨¢¡±, lo cual no resultar¨ªa menos ripioso; pero tampoco m¨¢s. Y al menos ser¨ªa correcto.
El caso es que nos hacen falta creativos dispuestos a componer m¨²sicas y letras espec¨ªficas para el Bernab¨¦u. Hasta ahora, s¨®lo plagiamos o adaptamos. A veces con aut¨¦nticos latrocinios como el que se comete con la intolerable letra ¡°dime, indio, qu¨¦ se siente...¡±, etc¨¦tera, que a m¨ª me parece que profana una m¨²sica de los inolvidables Creedence (¡®Bad moon rising¡¯).
Ser madridista no equivale a tener mal gusto. Y quiz¨¢s por eso la mayor¨ªa del estadio se calla y el Bernab¨¦u parece a menudo un teatro en silencio, como dijo Fabio Capello.