El Madrid destruye un mito con 44 pases
El segundo gol del Madrid en Riazor estuvo precedido por 44 pases, un monumento a la precisi¨®n, la inteligencia, el enga?o, la creatividad y el ritmo. Los toques se sucedieron con el comp¨¢s adecuado, interpretados por todo el equipo (intervinieron los 11 jugadores) en el momento justo, con la ligereza necesaria para encontrar las rendijas en espacios cada vez m¨¢s reducidos, sin permitirse la menor groser¨ªa con la pelota, porque la jugada era tan armoniosa, tan delicada, tan brillante, que cualquier error destrozar¨ªa la obra maestra que se estaba interpretando.
Hubo algo genuinamente musical en la jugada, un crescendo que se apoder¨® del equipo y desemboc¨® en la aparici¨®n de Casemiro, un centrocampista, para dejar la pelota en la red. En esos 44 pases, los jugadores del Real Madrid fueron los Beach Boys del f¨²tbol. Dejaron para la posteridad la versi¨®n futbol¨ªstica del insuperable Good Vibrations.
El gol cerr¨® una jugada excepcional, dificil¨ªsima, porque requiri¨® lo mejor de todos sus int¨¦rpretes en una situaci¨®n de m¨¢xima densidad de jugadores en el ¨¢rea y del menor espacio disponible. Fue una celebraci¨®n pocas veces vista del f¨²tbol coral y, sobre todo, escenific¨® el extraordinario momento del Real Madrid.
Goles de este calibre son un mensaje a todo el mundo del f¨²tbol. Se?alan la autoridad de un equipo que se siente m¨¢s fuerte, m¨¢s confiado y con m¨¢s recursos que ning¨²n otro. Esta clase de jugadas no figuran en el repertorio de los equipos vulgares y cicateros.
La jugada se correspondi¨® con la grandeza que se exige al Madrid. Que se sepa, ning¨²n madridista se ha quejado de la maravilla de Riazor. Nadie se ha sentido traicionado en su c¨®digo futbol¨ªstico. Nadie se ha ofendido con el v¨¦rtigo de tanto pase, a tanta velocidad, con tanta destreza.
Nadie ha protestado por una pieza futbol¨ªstica que algunos quisieron borrar del Madrid no hace tanto tiempo, cuando se decret¨® que la elaboraci¨®n no gustaba al madridismo, que el toque era aburrido y que el estado natural del equipo era el contragolpe.
¡°El Bernab¨¦u no soportar¨ªa el estilo del Bar?a¡±, se escuchaba con frecuencia en los a?os dorados del equipo que ganaba todo y lo hac¨ªa con la receta que ahora se aplica esta maravilloso Real Madrid. Una semana antes del partido de Riazor, el Madrid hab¨ªa barrido al Bar?a en el Camp Nou, con dos goles bell¨ªsimos de Cristiano y Asensio, goles de grandes talentos naturales, especialistas entre muchas otras cosas en el contragolpe, que es una faceta del f¨²tbol que ning¨²n equipo desde?a, y menos a¨²n si dispone de los velocistas adecuados.
El Bar?a de Guardiola se hinch¨® a marcar goles de contraataque, por medio de Messi, Eto¨®, Villa y Henry, pero no fue su se?a de identidad. Aquel Bar?a quer¨ªa enviar un mensaje dominante y lo consigui¨®. En plena histeria mouri?ista se predic¨® la versi¨®n agria y contragolpeadora del Real Madrid. De paso se false¨® la historia. Es mentira que el contraataque ha definido hist¨®ricamente al Madrid. La Quinta del Buitre, una de las ediciones m¨¢s celebradas y queridas por los aficionados, era un equipo de toque, con excelentes transiciones, generadas por la fenomenal calidad t¨¦cnica de sus futbolistas, pero sin ning¨²n v¨¦rtigo. Michel, Mart¨ªn V¨¢zquez, Butrague?o, Jankovic y Schuster destacaban por todo, menos por su velocidad en los sprints. Eso s¨ª, produc¨ªan juego con una facilidad pasmosa.
El gol de Casemiro consagra el estado de un equipo extremadamente vers¨¢til, con tantos recursos que es capaz de adaptarse sin dificultades a cualquier modelo de juego, pero que ahora est¨¢ decidido no a dominar, sino a someter a sus rivales con el f¨²tbol m¨¢s armonioso, vibrante y creativo que se pueda ver en el mundo.