La fuga de Neymar, la firma de Messi
Lo dijo Cerezo y nadie ha podido desmentirle: los futbolistas juegan donde quieren. Es m¨¢s: hacen lo que les da la gana, literalmente. No se trata ya de que nadie pretenda poner coto a sus caprichos. Recuerdo que Di St¨¦fano me coment¨® que cuando fich¨® por el Madrid, Bernab¨¦u no le dej¨® comprarse un coche. Le dijo que la gran mayor¨ªa de la gente que iba al f¨²tbol era gente modesta, que iba en Metro. Al tercer a?o, ya estrella, sus padres vinieron, v¨ªa La Coru?a, a visitarle. Entonces Bernab¨¦u le ayud¨® comprar dos coches: un Mercedes, para pasear a su gente por Espa?a, y un 600 para ir a los entrenamientos, para no ser presuntuoso.
Otros tiempos, otras costumbres. Ahora los clubes han perdido el control. Son las estrellas quienes hacen lo que quieren, favorecidas por un ¡®star system¡¯ que los propios clubes alimentan en su insolidaridad. No hace tanto que Ronaldo (¡®El Gordito, el genuino¡¯) se puso en rebeld¨ªa para fichar por el Madrid. Ahora el que est¨¢ as¨ª es Diego Costa, amotinado frente al Chelsea, decidido a no volver de vacaciones si no se le garantiza su deseo, de fichar por el Atl¨¦tico. En su mismo caso est¨¢n Demb¨¦l¨¦, figura del Borussia Dortmund, y Coutinho, ¨¦ste m¨¢s disimulado, que aspiran a ocupar en el Bar?a la plaza que deja libre Neymar.
Neymar, la pieza del puzzle que lo ha agitado todo. ?Qu¨¦ decir de ¨¦l? Nada salvo que es el mejor ejemplo de todo esto. Se pas¨® al Bar?a por el forro de sus caprichos, como dir¨ªa aqu¨¦l, y lleg¨® a Par¨ªs triunfante, a una Liga que se le queda peque?a, dicho sea con el mayor respeto. Antes de irse juguete¨® con el Bar?a, fue insincero, hueve¨® con los ¡®piqu¨¦s¡¯, vol¨® del nido cuando le plugo. Ahora, en una liga muy inferior, mirar¨¢ como desde otro planeta los afanes del Bar?a. Que ahora son uno solo, que Messi firme por fin esa renovaci¨®n, que parece tan seguramente asegurada pero cuya r¨²brica final no llega. Y ese retraso crea una bola de nieve.