Drama inesperado en Londres
Ni el mejor guionista del mundo podr¨ªa haber imaginado un final tan dram¨¢tico para el mejor atleta de todos los tiempos. Usain Bolt salt¨® a la pista del Estadio Ol¨ªmpico, ante 66.000 enfervorizados espectadores, tan feliz como siempre. Pero sab¨ªa que no estaba ante una final m¨¢s: era la ¨²ltima carrera de su vida. Dej¨® 21 pies desde la prezona. Esper¨® por el exterior de la calle a Yohan Blake. Antes McLeod y Forte hab¨ªan realizado malas entregas, lo que complicaba todav¨ªa mucho m¨¢s el trabajo ¨¦pico que deber¨ªa hacer Bolt. Blake corri¨® bien la curva, pas¨® por la marca de referencia y Bolt comenz¨® a correr, sin mirar m¨¢s atr¨¢s.
Ocho zancadas hasta recibir el testigo en la mano izquierda para pas¨¢rselo a la derecha, al principio de la zona, en un cambio solo discreto. Jamaica estaba entre la tercera y la cuarta posici¨®n y muy lejos de la cabeza. Hac¨ªa falta la remontada m¨¢s incre¨ªble que la historia hubiera contado, solo equiparable a la de Bob Hayes en los Juegos Ol¨ªmpicos de Tokio. Pero las ¨²ltimas zancadas de gloria de Usain Bolt quedaron reducidas a menos de diez. El hombre m¨¢s r¨¢pido del planeta se rompi¨® en mitad de la ¨²ltima recta.
Mientras el p¨²blico enloquec¨ªa por el triunfo de Gran Breta?a, Usain Bolt ca¨ªa definitivamente a la pista a falta de 20 metros de cruzar su ¨²ltima meta. Es el drama de la vida. Un aluvi¨®n de emociones diversas. Usain Bolt merec¨ªa otro final. Es quien m¨¢s ha hecho por este deporte en mucho tiempo. Es ¨²nico e irrepetible. Pero en vez de surgir desde el Estadio Ol¨ªmpico de Londres lanzado hacia el territorio inenarrable de la gloria, se qued¨® en la tierra, en la pista, en el suelo. Un ser humano.