El miedo del Madrid
Si no estuvi¨¦ramos hablando simplemente de un ¨¢mbito deportivo, una pregunta como esa s¨®lo se le ocurrir¨ªa a un psic¨®pata. ¡°Decidme qu¨¦ se siente¡± es el recochineo del abus¨®n de la clase hacia el que sabe que no es tan fuerte como ¨¦l. Pero la pregunta, cuya respuesta es lo de menos porque por mucho que unos expliquen los otros nunca entender¨¢n, encierra la verdadera clave de la centenaria rivalidad entre Real Madrid y Atl¨¦tico de Madrid.
Hace no tanto, desde el mismo lugar y con pancartas similares, se ped¨ªa rival digno para un derbi. Simeone lider¨® ese proceso de dignificaci¨®n, uno de los mayores hitos del f¨²tbol moderno, llegando a poner contra las cuerdas al todopoderoso rival. Sucedi¨® tres a?os consecutivos en la mayor competici¨®n de clubes, teniendo como testigo al mundo entero. En dos finales y en unos cuartos ag¨®nicos, los blancos salvaron in extremis su aristocr¨¢tica y privilegiada situaci¨®n hist¨®rica. Pero vieron el abismo muy cerca, aunque nadie les haya preguntado nunca qu¨¦ sintieron en esos momentos de zozobra. M¨¢s que nada por empat¨ªa, porque miles de atl¨¦ticos seguramente ten¨ªan entre los madridistas a padres, hermanos, primos o amigos.
Los indicios m¨¢s significativos para entender aquel pasajero temor madridista los encontramos en el descanso de la final de Lisboa de 2014, cuando el marcador mostraba 1-0 a favor de los rojiblancos, flamantes ganadores de LaLiga siete d¨ªas antes. Desde el sector madridista se comenz¨® a cantar con unanimidad posiblemente el ¨²nico c¨¢ntico que uno jam¨¢s imaginar¨ªa o¨ªrlo de las gargantas de esa afici¨®n: el revolucionario ¡°s¨ª se puede¡±, que en f¨²tbol popularizaron hinchadas de selecciones y clubes peque?os para convencerse de que, algunas veces, la vida nos demuestra que Goliat no es invencible.
?C¨®mo no se va a poder si tienes el mayor presupuesto del mundo, cinco veces mayor que el de tu vecino y rival; si tienes a los dos jugadores m¨¢s caros de la historia sobre el campo; si te permites el lujo de sacar en la segunda parte a Marcelo, uno de los mejores laterales de todos los tiempos; si tienes a Di Mar¨ªa, mejor jugador de la temporada (aunque se lo agradezcas vendi¨¦ndolo ese mismo verano); si tienes a Modric, si tienes a una bestia de la naturaleza y la seguridad en uno mismo como es Sergio Ramos; si tu rival, con sus jugadores sin recambio totalmente exhaustos, no puede contar con sus casi ¨²nicas figuras, Diego Costa y Arda Turan; y si, por encima de todo, el partido solo va 1-0? ?De verdad que las piernas temblaban tanto como para no observar todo esto y tener que agarrarse al desesperado s¨ª se puede?
El d¨ªa que Goliat, frente a David, en mitad de la batalla, se anim¨® a s¨ª mismo al grito de s¨ª se puede, muchos entendimos que la obra de Simeone hab¨ªa tocado techo. Los cielos, mejor dicho. Ganar o perder un partido es cuesti¨®n de segundos, de cent¨ªmetros. Pero esa victoria vale mucho m¨¢s que todos los t¨ªtulos del mundo. Porque confirma que, pase lo que pase, el trabajo ha sido inmejorable. Es decir, produce orgullo.
Las escasas opciones de remontada atl¨¦tica este mi¨¦rcoles pasan en gran parte por que lo emocional someta a lo futbol¨ªstico, donde el Madrid siempre parte con ventaja. Si el entusiasmo y la rebeld¨ªa atl¨¦tica dan paso a un marcador favorable con tiempo por delante, la euforia del Calder¨®n saltar¨¢ al c¨¦sped. Entonces puede que sobrevuele sobre el Manzanares aquella sensaci¨®n del descanso de Lisboa. Y en esos momentos de incertidumbre, quiz¨¢ los autores de la pancarta de la ida y quienes la apoyaron deban preguntarse por qu¨¦ sintieron la necesidad de hacer esa pregunta.
Lo esperable es que a los colchoneros les sea dif¨ªcil simplemente ganar el partido. Pero si son capaces de igualar la eliminatoria o simplemente acercarse mucho, independientemente de que los blancos acaben pasando a la final, volver¨¢ a quedar patente una verdad oculta que inconscientemente albergan en su idiosincrasia ambas aficiones, ambos clubes, ambos equipos: el Real Madrid, el equipo m¨¢s laureado, el club m¨¢s grande de la historia, s¨®lo tiene miedo a una cosa, a perder contra el Atleti.