La precampa?a presidencial de Piqu¨¦
Piqu¨¦ no ha llegado a ser capit¨¢n del Bar?a, sus compa?eros, en votaci¨®n, nunca le han colocado entre los cuatro elegidos para esa alta dignidad. Por algo ser¨¢. Pero aspira a ser presidente del Bar?a, capricho que qui¨¦n sabe si conseguir¨¢ u olvidar¨¢. Pero ahora mismo, en estos tiempos de posverdad, cebollinaje o como quiera que se llame, sabe lucir su instinto en momentos concretos. Lo ha vuelto a hacer. Tras ganar La Roja en Par¨ªs, en d¨ªa brillante del VAR, sali¨® al ruedo y puso la plaza boca abajo. Mezcl¨® el Madrid con el palco y revivi¨® la vieja leyenda de que los ¨¢rbitros son proclives a ayudar al que viste de blanco. Impuso su agenda, en fin.?
Esto ¨²ltimo fue lo que menos me gust¨®. Lopetegui disimular¨¢, otra cosa no puede hacer, pero Piqu¨¦ produjo un estropicio en una noche brillante. Su fobia al Madrid, real o impostada, tiene un car¨¢cter singular. En tantos a?os, he visto mucho ¡®metepatas¡¯ en las relaciones entre los dos clubes, pero con algo en com¨²n: eran incidentes, arbitrajes adversos, contratiempos imprevistos, lo que les hac¨ªa despotricar. Ah¨ª caben Bernab¨¦u, Gaspart, N¨²?ez, Juanito, Stoichkov o el que quieran poner. A Piqu¨¦ no le hace falta eso. Le basta que le hablen de una intenci¨®n conciliadora de Ra¨²l para ¡®¨¦pater les burgeois¡¯, para hacer su brindis al sol.
El Bar?a, s¨ª, se ha visto descolocado entre su j¨²bilo por la remontada ante el PSG y la mirada oblicua del mundo exterior, que se?al¨® a Aytekin como causa clave. Piqu¨¦, ya que no capit¨¢n, se siente responsable de la portavoc¨ªa del despecho cul¨¦ y aprovecha nuestra bienaventuranza con el VAR para invocar el color blanco. Y, de paso, pega en la parte blanda: el palco del Madrid, que es infumable, y a ver si Marta Silva, tan gravemente aludida, tiene la gallard¨ªa de defender su papel. Todo eso hizo Piqu¨¦, con desprecio del ¨¦xito de la Selecci¨®n. Sergio Ramos estuvo brillante en la r¨¦plica. Me pregunto qu¨¦ pensar¨¢ Lopetegui. Y Deulofeu. Y Silva. Y, y, y...