La camiseta de P¨¤mies
Sergi P¨¤mies pidi¨® a los Reyes la equipaci¨®n del Ajax cuando ¨¦l era un ni?o y Cruyff un joven de flequillo rebelde y regate elegante que ten¨ªa enamorado a toda Europa. Lo relata de forma magistral y tierna en un libro delicioso, ¡®Confesiones de un cul¨¦ defectuoso¡¯. Su familia continuaba exiliada en Francia en el tardo franquismo, aquella ¨¦poca en la que todos quer¨ªamos ser holandeses. Sus majestades debieron pensar que era mejor hacer regalos pr¨¢cticos en a?os dif¨ªciles para los P¨¤mies, as¨ª que Sergi se encontr¨® el 6 de enero con una modesta camiseta blanca de algod¨®n y un rotulador rojo. Con ¨¦l fue coloreando la franja central que daba un toque de distinci¨®n a la sagrada el¨¢stica del equipo de Amsterdan. A mitad de tarea se le acab¨® la tinta, por lo que ya esa tarde, y todas las siguientes, jug¨® en el descampado del barrio con aquella camiseta a medio confeccionar, artesanal y defectuosa, pero fiel a los colores. Esos a los que nunca se renuncia.
Mis aspiraciones de infancia eran m¨¢s modestas. Amsterdan quedaba a¨²n mucho m¨¢s lejos de Pontevedra que de Francia, sobre todo en 1973. Me conform¨¦ con la celeste del Celta, mi primer equipo hasta que mi abuela me ense?¨® el camino correcto y me habl¨® del Pontevedra, cuyas haza?as, a¨²n cercanas en el tiempo, sonaban ya al pleistoceno inferior. Recuerdo la escena del sal¨®n esa madrugada. Los Reyes en mi casa siempre echaban el resto. Un scalextric para compartir, una guitarra para mi hermana Susana, una escopeta de balines para Carlos, para Alberto la equipaci¨®n del Bar?a y para m¨ª la del Celta... y un bal¨®n de reglamento. S¨®lo faltaba un detalle, el dorsal. Los dorsales, como los colores de la camiseta, no se deben prostituir. Con ellos no se negocia. Marcan la posici¨®n en el campo y se ganan por jerarqu¨ªa en los entrenamientos y en los partidos: 2 lateral derecho, 3 lateral izquierdo, 5 medio centro, 11 extremo izquierdo, 8 interior... Mi favorito era el 9, la posici¨®n de delantero centro que ocupaba Doblas en el Celta. Armada de paciencia, mi madre recort¨® esa ma?ana una cinta aislante de color negro pero se confundi¨® con la cara adhesiva, y al pegarla, el 9 sali¨® al rev¨¦s, una e. Con esa letra a la espalda jugu¨¦ el primer d¨ªa de escuela.
Ahora, cuando por culpa del puto marquetin veo dorsales her¨¦ticos y equipaciones infames, como la que el Celta visti¨® en el derbi de Riazor, echo de menos aquella edad de la inocencia, puede que defectuosa, pero tierna y sincera como la camiseta de Sergie P¨¤mies.