Una Copa Davis desvirtuada
La Copa Davis lleva a?os a debate. Se trata de una gran competici¨®n, pero sujeta a los intereses de los jugadores y a los conflictos con el calendario de la ATP. Es cierto que la Davis, organizada por las Federaciones, nunca coincide con un torneo profesional, organizado por empresas privadas, pero jugar el domingo en Australia, y al viernes siguiente, a m¨¢s de 15.000 kil¨®metros de distancia, en Croacia o Estados Unidos, casos de Nadal y Federer, respectivamente, parece complicado. Supone viajar el lunes, llegar el martes, cuando no el mi¨¦rcoles por los cambios horarios, los enlaces a¨¦reos y el traslado hasta el lugar de la competici¨®n, porque en este caso la eliminatoria no se disputa en Zagreb y Nueva York o Los ?ngeles, sino en Osijek y Birmingham, estado de Alabama.
Pese a ello, Nadal se hab¨ªa apuntado a esta ronda de la Davis para lo que Conchita Mart¨ªnez considerara oportuno. Todo un gesto que indica que este a?o la disposici¨®n de nuestros jugadores es m¨¢xima. Al final no se consider¨® necesario que acudiera, porque tampoco la exigencia del rival lo requiere. Los cuatro mejores jugadores croatas renunciaron a defender a su equipo, y eso que no llevaban encima ninguna paliza: Coric y Dodig fueron eliminados en la primera ronda de Australia, Cilic en la segunda y Karlovic en la tercera. Es lo que tiene la Davis: entre que los tenistas juegan cuando quieren y que a veces el calendario interfiere en el de los jugadores, nos encontramos ante una competici¨®n un tanto desvirtuada. Conviene darle una vuelta para que siempre jueguen los mejores.