El ¨²ltimo refugio de Cl¨¦ber Santana
Cl¨¦ber Santana. Un recuerdo para llorar. La tragedia de la que se hablar¨¢ siempre. Otra m¨¢s durante un vuelo. Los caprichos macabros y milagrosos de una cat¨¢strofe, la historia del que se escapa por una bendita casualidad, la cr¨®nica del que pierde la vida por una fatal coincidencia. El d¨ªa en el que todos nos hicimos del Chapecoense. Y ya para siempre. Un nombre que reci¨¦n aprendimos y nunca m¨¢s olvidaremos. El ¨²ltimo refugio de Cl¨¦ber Santana, un futbolista incomprendido en el Calder¨®n de los peores a?os, posiblemente m¨¢s jugador de lo que le dejaron demostrar, autor de golazos inolvidables con la camiseta del Mallorca y, con 35 a?os, s¨ªmbolo de un grupo de so?adores que se anim¨® a dar que hablar por Sudam¨¦rica. Iban a jugar la final ante el mejor equipo de todos (el descomunal Atl¨¦tico Nacional de Medell¨ªn), a disfrutar del d¨ªa m¨¢s importante de la historia del equipo y la ciudad, y acabaron muriendo para volverse inmortales. El rival renuncia a la gesta ¨²nica del doblete y le entrega la corona p¨®stuma. Un gesto. Porque antes que la gloria, lo primero es el coraz¨®n. Tambi¨¦n en el f¨²tbol. Chapecoense desata una l¨¢grima universal.
Uruguay. Lo m¨¢s de lo m¨¢s convertido en lo menos de lo menos. El Nacional-Pe?arol, el cl¨¢sico de Montevideo, el duelo de la m¨¢xima, suspendido por la intervenci¨®n, otra vez, de los ultras, que tienen secuestrado el f¨²tbol del pa¨ªs que m¨¢s jugadores fabrica por metro cuadrado. Dan asco. Robos, carreras, disparos, golpes. Esta vez fueron los de Pe?arol, que hasta se animaron a tirar una bombona de gas contra un guardia. Por eso, tras la detenci¨®n de 200 hinchas, la Comisi¨®n de Disciplina dio cautelarmente ganador a Nacional (entreg¨¢ndole de paso el liderato) y conden¨® a su enconado rival a jugar de aqu¨ª en adelante sus partidos a puerta cerrada. Y claro, el equipo que llena el coraz¨®n de Forl¨¢n, desmarc¨¢ndose de los delincuentes que ataviados con su camiseta provocaron los destrozos y se enzarzaron a golpes con la polic¨ªa, se declara injustamente tratado. Si el Estado no es capaz de doblegar a los bestias, resume su discurso de defensa, qu¨¦ le pueden reclamar a un club con menos medios para intervenir. Van ganando los malos.
Buonanotte. El Enano est¨¢ siendo, de lejos, el mejor jugador del campeonato chileno. Electricidad escurridiza en la zona de entrel¨ªneas, ingenio, talento y oficio, ?se acuerdan? Universidad Cat¨®lica, ¨²ltimo campe¨®n y actual l¨ªder, se impulsa en sus apariciones. Quiz¨¢s por eso, porque Buonanotte brilla y brilla, uno de sus rivales pretendi¨® anularlo en las semifinales de Copa de la peor manera, por el o¨ªdo: acus¨¢ndole de asesino, record¨¢ndole el accidente por el que, con ¨¦l al volante, perdieron la vida sus tres mejores amigos. Lo hizo, cargado de mal gusto, Pavez, el medio centro de Colo Colo por el que suspira el Celta de Berizzo. La novedad es que su v¨ªctima, lejos de ceder al c¨®digo del f¨²tbol que ampara a los ¡®delincuentes¡¯, se atrevi¨® a denunciar la fechor¨ªa en alto. Primero lo filtr¨® su mujer y luego lo grit¨® el propio Buonanotte: ¡°Lo peor que me ha pasado nunca en una cancha¡±. No hubo sanci¨®n para el agresor, pero al menos s¨ª el escarnio p¨²blico.