Dos exparias en la Casa Blanca
Son tiempos de tensiones raciales en Estados Unidos, definidas por las muertes de j¨®venes negros a manos de la polic¨ªa y de agentes tiroteados en las calles por extremistas. Hace una semana, un ciudadano negro falleci¨® en Charlotte (North Carolina) por los disparos de un patrullero. A dos meses de las elecciones, la cuesti¨®n racial vuelve a figurar como un elemento crucial de los debates entre Hillary Clinton y Donald Trump. Es un asunto que comienza a alcanzar de lleno al deporte.
Colin Kaepernick, quarterback de los 49ers de San Francisco, se niega desde hace semanas a saludar en pie el himno estadounidense, decisi¨®n que ha generado un enorme impacto medi¨¢tico. Su ejemplo lo han seguido algunas estrellas del deporte, como Megan Rapinoe, la autora del gol ol¨ªmpico de Estados Unidos en los Juegos de R¨ªo. Rapinoe, blanca, luchadora por los derechos de los homosexuales, elogi¨® la postura de Kaepernick y le imit¨® arrodill¨¢ndose durante la interpretaci¨®n del Barras y Estrellas antes de un partido.
Los problemas de segregaci¨®n, la violencia que han generado y la respuesta de algunos deportistas remiten a los episodios que caracterizaron la d¨¦cada de los 60. Quiz¨¢ el m¨¢s conocido fue la demostraci¨®n de Tommie Smith y John Carlos, dos fabulosos atletas, durante la ceremonia de entrega de medallas en M¨¦xico 68, tras la prueba de 200 metros.
Miseria. Smith y Carlos pertenec¨ªan al movimiento de protesta contra la segregaci¨®n que encabezaba Harry Edwards, profesor de Sociolog¨ªa de la Universidad de San Jos¨¦ State, en California. Smith, nacido en la m¨¢s absoluta de las miserias en el norte de Texas, era un atleta extremadamente comprometido en la lucha. John Carlos, un exuberante neoyorquino nacido en Harlem, era un hombre de acci¨®n. El cuerpo le ped¨ªa agitaci¨®n.
Tras una carrera memorable ¡ªTommie Smith bati¨® el r¨¦cord del mundo con la primera marca (19,83s) por debajo de los 20 segundos¡ª, los dos estadounidense subieron al podio acompa?ados por Peter Norman, el sorprendente australiano que adelant¨® a Carlos en los ¨²ltimos metros. Durante la interpretaci¨®n del himno, Smith y Carlos levantaron sus pu?os, enguantados de negro, y humillaron sus cabezas. Norman se uni¨® a la protesta. En su ch¨¢ndal destacaba una insignia la organizaci¨®n Human Rights Projects.
Las consecuencias fueron devastadoras para los tres. Los dos atletas estadounidenses fueron expulsados de la Villa Ol¨ªmpica. Sus vidas giraron inmediatamente. De atletas a parias. La reacci¨®n de la prensa, incluida la m¨¢s progresista, fue virulenta. Cobardes y antipatriotas fueron los adjetivos m¨¢s suaves que escucharon. George Foreman, campe¨®n de los pesos pesados en M¨¦xico 68, calific¨® de chiquillada la protesta de sus compa?eros, ¡°t¨ªpica de los ni?atos universitarios¡±.
Condenados a la sospecha y a la marginaci¨®n, sus posteriores trayectorias se significaron por las dificultades para encontrar trabajo y reconocimiento. S¨®lo en los ¨²ltimos a?os, las figuras de Tommie Smith y John Carlos han comenzado a recibir elogios por su coraje y por su valor para denunciar una situaci¨®n que objetivamente marcaba sus vidas y a la de millones de ciudadanos.
Dignidad. Muchos de quienes les acusaron de antiamericanismo saludan aquel acto de honor de dos atletas obligados a ser una referencia moral, excepto cuando se trataba de las cuestiones donde la moralidad estaba pisoteada. Nada les devolver¨¢ los a?os perdidos y los sufrimientos acarreados, pero Smith y Carlos ¡ªel australiano Norman muri¨® en 2006 y los dos campeones estadounidenses acudieron a su entierro¡ª han emergido como representantes del compromiso y la dignidad en el deporte.
El jueves fueron invitados a la Casa Blanca para participar en el recibimiento de los equipos ol¨ªmpico y paral¨ªmpico de Estados Unidos. ¡°Su protesta en M¨¦xico levant¨® una gran pol¨¦mica, pero levant¨® el coraz¨®n de la gente y gener¨® m¨¢s oportunidad para quienes les siguieron¡±, declar¨® el presidente Barack Obama. Sus palabras resonaron 48 a?os despu¨¦s de aquellos Juegos m¨¢gicos. Puede parecer una eternidad, pero ahora se entiende mejor que nunca la trascendente acci¨®n de Tommie Smith y John Carlos en M¨¦xico.