Un once de fuegos artificiales
Despu¨¦s de darle mil vueltas a su propio pelo, Simeone se anim¨® a desmelenarse. A soltarle la goma a su Atl¨¦tico, desafiar las impostadas reglas del equilibrio y dibujar un once de fuegos artificiales. No tanto por el esquema, que fue llam¨¢ndose 4-2-4, 4-4-2 o 4-2-3-1, da igual, sino por el perfil de los jugadores que lo completaban. Dos delanteros, dos extremos (m¨¢s dos laterales de largo recorrido) y dos centrocampistas de m¨¢s vuelo que contenci¨®n, los m¨¢s ofensivos de la plantilla. El vivo retrato del riesgo y el ataque masivo. Confeti y serpentinas.
Y se puede, claro que se puede, por m¨¢s que algunos lo tilden de irresponsabilidad y herej¨ªa. El Atl¨¦tico no dej¨® de trabajar por el in¨¦dito paso adelante (Gameiro curra lo mismo o m¨¢s que Savic) ni perdi¨® la identidad, orden, atenci¨®n y esfuerzo solidario. Y se llen¨® de goles, aunque la celeridad de los dos primeros distorsionen un tanto la lectura. Una concesi¨®n del Cholo a las caracter¨ªsticas del plantel perfectamente v¨¢lida para las finales de Champions, pero sobre todo para imponerse con m¨¢s facilidad a rivales de peque?o pedigr¨ª y escaso presupuesto. Y encima se disfruta. Que tambi¨¦n de eso se trata.