La terrible apuesta de Mireia y Carolina
Mireia Belmonte y Carolina Mar¨ªn han tenido algo en com¨²n en estos Juegos. La plata, esa plata tan justamente celebrada, por ejemplo, por la Selecci¨®n femenina de baloncesto, no hubiera satisfecho las ambiciones de nuestras campeonas. Seguramente hubieran llorado igual en el podio. Pero de rabia y de tristeza. Hace cuatro a?os se vieron capaces de intentar ser campeonas ol¨ªmpicas. Y se fueron a por ello. Costara lo que costara. Lo dijeron una y mil veces: ¡°He venido a R¨ªo a competir por la medalla de oro¡±.
No conseguirla hubiera tenido unas consecuencias imprevisibles por la frustraci¨®n que supondr¨ªa. Se trataba de una apuesta terrible. El oro o el fracaso. Como subir una monta?a en la que la ¨²nica salida posible es por la cumbre. O se corona o se muere en el intento. Hay que ser muy valiente para aceptar el reto. Mireia y Carolina lo hicieron, porque hubo un momento en sus vidas que se vieron capacitadas para demostrarse a s¨ª mismas que pod¨ªan ser las mejores del Mundo. ?Bravo! As¨ª se forjan los campeones.
En ello tuvieron much¨ªsimo que ver sus entrenadores: Fred Vergnoux, de Mireia, y Fernando Rivas, de Carolina. Dos t¨¦cnicos que supieron sacar lo mejor de cada una, una vez que ambas estuvieron dispuestas a soportar feroces entrenamientos. La ¨¦lite es as¨ª de implacable. Quien aguanta sale adelante. Y solo quienes no se conforman ni siquiera con la plata se disputan luego la victoria. Mireia y Carolina pertenecen a esta selecta estirpe. Han salido victoriosas y proclamadas campeonas ol¨ªmpicas de por vida. ?Cabe mayor gloria?