M¨¢s all¨¢ de la imaginaci¨®n
El atletismo espa?ol necesita emociones fuertes, la clase de impacto popular que no se ha producido desde los buenos tiempos de Ferm¨ªn Cacho. Los primeros d¨ªas de los Juegos no han contribuido al optimismo, con actuaciones discretas en el mejor de los casos, a la espera de lo que resolviera Orlando Ortega en los 110 metros vallas. La sucesi¨®n de decepciones termin¨® ayer en las primeras series de los 200 metros, coronadas por la extraordinaria actuaci¨®n de Bruno Hortelano.
Confirm¨® el optimismo que aliment¨® despu¨¦s de los Europeos de Amsterdam con un nuevo r¨¦cord de Espa?a. Su marca, 20.12 segundos, le acredita entre los mejores del mundo esta temporada y sit¨²a al velocista espa?ol en una posici¨®n impensable hace un par de meses. No le resultar¨¢ f¨¢cil, pero Hortelano est¨¢ en condiciones de bajar de los 20 segundos. Si eso ocurre, probablemente alcanzar¨¢ la final.
T¨®picos. Cualquiera que sea el destino de Hortelano en la semifinal ¡ªse clasifican para la final los dos primeros de cada una de las tres carreras, m¨¢s los dos mejores tiempos de todas las series¡ª?,?? su impacto sobre el atletismo? espa?ol ser¨¢ formidable. Espa?a no ha sido pa¨ªs de velocistas. Atletas como ?ngel Rodr¨ªguez han mantenido la llama en condiciones adversas, sometidos a los t¨®picos que tanto pesan en el deporte y que la realidad se ocupa de desmentir numerosas veces. Espa?a era un pa¨ªs de escaladores, no de contrarrelojistas, pero aparecieron Indurain y Olano. Era tierra exclusiva de fondistas, de castellanos duros como Mariano Haro, pero aparecieron los mediofondistas. No se saltaba, pero Yago Lamela cautiv¨® con sus vuelos.
Hortelano, hijo de dos cient¨ªficos que le educaron en la cultura anglosajona de Australia, Canad¨¢ y Estados Unidos, es muy r¨¢pido y no tiene complejos. En condiciones normales ser¨ªa un gran estudiante, que lo es, en Cornell, una de las universidades m¨¢s prestigiosas del mundo. A Cornell le sucede algo parecido que a Espa?a, no se esperan sprinters de primera fila en sus aulas. Lo suyo es la excelencia acad¨¦mica. Ha producido 41 ganadores del premio Nobel. Hortelano tambi¨¦n es una rareza all¨ª. Dice mucho de su car¨¢cter la capacidad para desechar etiquetas y mejorar a?o tras a?o sus marcas en un pa¨ªs que es una f¨¢brica imparable de grandes velocistas.
Si Hortelano super¨® los t¨®picos y se convirti¨® en un gran atleta en Cornell, si ha desmentido que Espa?a sea incapaz de generar velocistas de primera l¨ªnea europea, estamos ante la realidad de un sprinter duro, inteligente, sin complejo alguno. Gan¨® la prueba de 200 en el Europeo tras la descalificaci¨®n de Churandy Martina y se enfrent¨® sin problemas a una repentina popularidad. Faltaba saber su respuesta en los Juegos, la m¨¢s aplastante de las competiciones, por lo que significa y por lo que se encuentran los atletas. Tanto como el talento natural, importa el car¨¢cter.
Proeza. Hortelano corri¨® por la octava calle. No suele ser del agrado de los atletas. En su serie participaba el jamaicano Yohan? Blake, cuarto en la final de 100 metros, acreditado con la segunda mejor marca de la historia: 19.26 segundos, un registro que s¨®lo ha superado Usain Bolt. Y en una sola ocasi¨®n. Blake se reserv¨®, no se pase¨® como Bolt en su serie. Tuvo competencia. Por la derecha le aguant¨® Hortelano, que gan¨® con 20.12 y dej¨® a un pa¨ªs pendiente de una posible proeza. En realidad, la proeza est¨¢ hecha. Alcanzar las semifinales de los Juegos se escapaba a la imaginaci¨®n de cualquiera.