El Carranza sobrevive a los tiempos
?El Carranza que se inici¨® ayer, con un cartel muy bonito (C¨¢diz-Atl¨¦tico y M¨¢laga-Nigeria All Stars fueron sus semifinales) representa el ¨²ltimo testimonio, casi heroico, de una ¨¦poca desaparecida. Es verdad que el Teresa Herrera naci¨® antes, se le equipar¨® en prestigio y a¨²n sigue ah¨ª, pero est¨¢ mortecino. Como le pasa al Colombino. Estos torneos de verano, y muchos m¨¢s, tuvieron su auge en a?os con mucha menos televisi¨®n, prisa por acabar con el ayuno veraniego de f¨²tbol, desconocimiento de jugadores que no fueran los locales, sensaci¨®n de gran curiosidad por el f¨²tbol de otras latitudes.
El Carranza cogi¨® la primac¨ªa en torno al sesenta, gracias al Madrid de Di St¨¦fano, Puskas yGento, que hizo cosas legendarias all¨ª. Desde entonces es orgullo de C¨¢diz. All¨ª se inventaron las tandas de penatlis, para evitar las pr¨®rrogas, letales dado que se juega en d¨ªas consecutivos. All¨ª se enfrentaron por primera vez en Europa Pel¨¦ y Cruyff. Por all¨ª pasaron todos los grandes jugadores sudamericanos, all¨ª descubri¨® el Atl¨¦tico a Pereira y Leivinha, y quiz¨¢ por un agradecimiento inconsciente lo ha ido frecuentando desde entonces, hasta ser ya el club que m¨¢s veces lo ha ganado.
C¨¢diz tiene el Trofeo como su gran segunda fiesta, tras los carnavales, quiz¨¢, como piensa mi amigo Robinson, en sustituci¨®n de una feria taurina que perdi¨® hace muchos a?os. C¨®mo sobrevive tan lozano el Carranza es algo que s¨®lo se explica por la devoci¨®n de la ciudad. Ese enorme trofeo se alzar¨¢ hoy otra vez al cielo de C¨¢diz y se celebrar¨¢, por ¨²ltima vez, la barbacoa. Nacida como algo natural, la mala ocurrencia de una alcaldesa de hacer de aquello un r¨¦cord Guiness la deform¨® en un gigantismo artificial que la ha matado. Pero el Carranza sigue vivo en su esencia original. Y que sea por mucho tiempo.?